martes, 20 de febrero de 2007

Raíces

Cuenta la leyenda que durante la construcción del Monasterio y la Iglesia de San Francisco en Quito, Felipe II comentó con gesto impaciente: "con lo que está costando a la Corona la Iglesia de San Francisco, bien se podrían divisar sus torres desde El Escorial". Esta anécdota revoloteaba en mi cabeza mientras paseaba el domingo, por los pasillos inmensos de El Escorial, por sus plazas y sus estancias llenas de historia. Esa página de historia que compartimos, la América que entonces respondía al nombre de los Virreinatos de la Nueva España.
Por esos años ya lejanos, se construyeron estos dos edificios que atestiguan la grandiosidad de una época (que como todas también tuvo sus reveses, eso nadie lo niega, yo tampoco). Pero el domingo, bajo el sol y el cielo de España, mientras recorría la sala de batallas y la sala de audiencias, pisaba las baldosas centenarias de mi propia casa. Después, la historia la sabemos todos, cada uno enarboló su propia bandera y siguió el rumbo que mejor le satisfizo.
Y yo desde El Escorial volví a San Francisco, a su atrio y a su Plaza, de sabor español -barroco y criollo-; y aunque no se vean desde Madrid su torres, se nota el aire de familia, que sopla como una brisa, y recorre -sin que apenas se note- los dos lados del océano.


Escorial de fondo y forma,
breve escorzo del humanista
con Felipe, América y España
fundidas en una sola vista:
español, letrado y caballero
ideal del hombre renacentista
magnánimo, piadoso y aventurero.
Compartimos los Jerónimos rezando,
los navíos navegando, y cuando el
grito de tierra a la vista,
el descubrimiento del descubridor,
descubierto en la conquista.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿La iglesia de San Francisco? Si has ido, estará en la parte antigua ¿no? Jeje..:) Pues sí, además de puentes, hay otras muchas cosas que nos unen!

E. G-Máiquez dijo...

Precioso texto, en todos los sentidos. Aquí con la fiebre autonomista también están empeñados en que cada uno empuñe su propia bandera y se vaya dando rumbos. Pero contra todo eso (de entonces y de ahora) están las torres de San Francisco, las baldosas de El Escorial y ese aire de familia tan emocionante. Y cuando escucho a un poeta iberoamericano también yo siento que piso las baldosas de mi propia casa. Muchas gracias.

Corina Dávalos dijo...

Oye, las Iglesias más emblemáticas del casco colonial sí las conozco, pero todas...hay más de cien!!! no en vano decía Bolívar : Caracas un cuartel, Bogotá una universidad y Quito un convento...piadosicos que dicen que somos. Y me alegra, Enrique, que haya tantas estancias de baldosas compartidas. ¡Y más que habrá!Gracias.

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