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domingo, 12 de junio de 2011

Vidas

Anoche estaba a punto de perder la paciencia. A las 7 me llamaba el condutor de la empresa que traía mi moto de Pamplona a Madrid. Llamaba para anunciar que llegaría con el encargo a eso de las 12.30 de la noche. El conductor, con su acento extraño. Por mi cabeza pasaban juicios como relámpagos de verano. Hay que ver qué poca profesionalidad. Hay que ver qué horas. Hay que ver...
El hombre del acento extraño llegó a la hora prevista. Tenía la cara desencajada por el cansancio. Llevaba tres días conduciendo por toda España, durmiendo apenas dos horas. Le dolía la cabeza. Un tipo fornido y vulnerable como un niño desamparado. Le dimos una pastilla para la cabeza. No teníamos nada para paliar su cansancio. Por favor duerma, hable con su jefe...
Su respuesta resignada, al borde de la desesperación, pronunciaba con su acento extraño: hay que trabajar. Desaparecieron todos los juicios como desaparece una tormenta de verano. Querría denunciar a su empresa, pero quizá sería peor para él. Qué vidas. Qué deseos de hacerlas diferentes.
Anoche no perdí la paciencia. Pero tuve la tentación de perder la esperanza.

martes, 22 de febrero de 2011

Missing

Tengo que pedir disculpas a mis lectores (¡todavía los hay!) que al venir aquí se han encontrado con la puerta cerrada. Abandoné el blog como se deja una casa de verano, con las persianas cerradas y la tranca puesta. Lo que pasa es que cuando uno deja la casa de veraneo, las visitas enseguida piensan, ¡vaya!, se ha ido. Ya vendrá algún fin de semana, o el próximo verano.

En el cuarto de estar de mi blog no hay persianas, no hay verano, ni cartelito que anuncie: "vuelvo dentro de un mes". Y las visitas pensaban que se había vuelto un blog exclusivo para invitados particulares. Si sirve de algo, la culpa no es mía sino de mi inquilino, Blogger, que no da pie a muchas explicaciones. Vuelvo, pero para volver a irme, y volver, y así; como quien tiene casa de verano.

La tesis a punto de concluir, un máster de comunicación en marcha, presentaciones de Memoria del Paraíso. Y la vida misma, que de pronto se vuelve laboriosa (más, quiero decir).
Aunque no pase mucho tiempo por aquí, lo de siempre: gracias por venir, está en su casa.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Involución gramatical

Empezamos bien con la búsqueda del justísimo "a cada uno lo suyo"; y por desgaste de la lengua, entre otros lugares del alma, acabamos con el "cada uno a lo suyo". Y así nos va.

jueves, 21 de octubre de 2010

Robots

Hace unos días, mientras hacía una búsqueda para la tesis, tuve un pequeño problema de comunicación con el filtro de búsqueda. No sé si los duendes informáticos hacen una de estas para reírse un rato del internauta incauto, o es sencillamente que andamos todavía en pañales a la hora de interpretar términos de búsqueda. Lo cierto es que yo no daba crédito a lo que me sugería mi electrónico interlocutor: os lo dejo, que no tiene desperdicio. No me extraña que lo que sigue a la web 2.0 sea la web semántica.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Fragmentos

He perdido mi viejo ordenador. Vamos, lo tengo conmigo, pero ha entrado en el letargo definitivo de los pecés muertos. Tenía allí muchos apuntes, fotos, canciones. Nada que pueda ya recuperar. Ayer encontré un papelillo viejo con unos fragmentos de un poema de Ernestina que hiberna junto con otros tantos que había guardado y que quizá no vuelva a leer. Este lo pongo a salvo aquí porque, conociéndome, el papel también puede desaparecer en cualquier momento.

Distancia

Hay zanjas invisibles,
ironía en los ojos,
y tienes que apretar
la mano que no sientes
para seguir andando
sin olvidar la meta.

Un día llegarás.
Imposibles retornos
te conducen por fin
adonde perteneces.
(...)

Tuviste la ilusión
de hacerte comprender,
pero alguien alzó
una pared encalada.
Todo es liso y pensado.
La ternura espontánea
se estrella contra un muro.

Como no eres de aquí
serás de alguna parte.
Hay un cielo escondido
que espera a cada uno.

Ernestina de Champourcin, La pared transparente.


jueves, 3 de junio de 2010

Under the rainbow

Quedan dos meses antes de que se esfume el arcoiris. Después, nunca se sabe. He tenido una visita entrañable durante 15 días. Sólo una madre se sube en una vespa roja con su hija al volante en Pamplona, la ciudad de las rotondas, ¡con el miedo que le dan las curvas! Reímos mucho, comimos bien. Y hablamos, y hablamos, y hablamos hasta bien entrada la noche, día tras día.
Ahora de vuelta al trabajo, con calor y el polvo que levanta el incipiente edificio de la Facultad de Económicas. En breve empezará a levantar polvo el Museo. La biblioteca ha pasado de ser un Think tank a un tank a secas. No he pasado por tantas medidas de seguridad ni en los aeropuertos de EEUU tras el 11.S. Se ha puesto enferma una profesora a la que admiro mucho. Una amiga, muy amiga casi no lo cuenta tras un accidente en moto. Y eso que seguimos bajo el arcoiris. Ya en agosto se verá cómo se aleja el polvo cuando sople el viento. Y hacia qué dirección sopla. Lo mío por ahora será seguir, procurando que los libros no me miren con la hojas polvorientas. Trabajar mucho, mucho, mucho. Que el final está muy cerca y quedan dos meses antes de que se pierda el arcoiris.

jueves, 18 de marzo de 2010

Fiebre de tesis

Vuelvo a la mesa de la biblioteca después de dos días de parón. Un virus, que se dice, (cuando no se sabe qué decir con certeza). De pequeña, cuando me resfriaba y me encontraba muy mal, nunca tenía la prueba objetiva del termómetro para que me dejaran en paz ; sin que se cerniera la sospecha sobre mí de que me metía en la cama por pura flojera. Ahora me pasa lo contrario. No me encuentro tan mal, pero el termómetro me delata y me tengo que meter a la cama, aunque eso le siente muy mal a los plazos de la tesis.

Al volver a la mesa, nada más sentarme, me encuentro a mi jefe mostrándole la biblioteca a un profesor visitante. Me lo presenta y me pregunta si le entregaré el capítulo 4 como quedamos. Yo le miro con cara de duda y le digo que haré lo que pueda porque la semana se me ha reducido a la mitad; y para dar una prueba objetiva, de la que antes nunca podía echar mano, le digo: "es que he tenido fiebre". Al jefe se le ilumina la cara y me dice: " ¡con fiebre es como mejor se escribe!"

Yo me quedo con cara de póker y pienso, para qué habré dicho nada. Embarcarse en una tesis es lo más parecido a enrrolarse en el ejército como voluntario en plena guerra o proponerse llegar a santo en serio. Como decía Santa Teresa hay que seguir en la brecha
"...aunque me canse, aunque no pueda, aunque reviente, aunque me muera". Mi jefe se aleja tan contento con su profesor por los pasillos de la biblioteca mientras pienso: ¡eso me pasa por sacar a relucir el dichoso termómetro, con lo tranquila que he vivido yo siempre con mis pruebas subjetivas!

viernes, 12 de marzo de 2010

D. Miguel, el de la sombra larga

Ha muerto Delibes. Le habrá recibido con un abrazo tierno para toda la eternidad su señora de rojo. Habrá cambiado el fondo gris por algo más vivo e intenso, qué para algo es el Paraíso. Los últimos años fueron para Delibes una lección de paciencia y aceptación de la adversidad: viudo, con sus capacidades disminuídas por un cáncer, Quijote de los débiles del siglo XXI. Sus declaraciones sobre el aborto fueron lúcidas, valientes y sufridas. Repasando las numerosísimas publicaciones que se apresuran a informar sobre la vida de el escritor de Castilla me encuentro con una anécdota que me ha dado qué pensar.

Dicen de D. Miguel, que topó de frente con la literatura al estudiar un manual de Derecho Mercantil, escrito por Joaquín Garrigues. Allí descubrió "la belleza del lenguaje y la eficacia de la metáfora y el adjetivo oportunamente empleado". ¡Toma! Así que le debemos a un manual de mercantil el punto de ignición que luego ardería como una pasión por la literatura y nos regalara obras que se incluyen en lo mejor de la literatura en castellano del siglo XX. ¡Dios mío!, pienso...¡qué responsabilidad para la manualística!

Miguel Delibes era un defensor del buen gusto, se hiciera lo que se hiciera: literatura o informes periciales, al estilo del heroísmo que solía proponer también Eugenio D'Ors. Sólo queda agradecer leyendo a Delibes, recordando su valentía, tomando la posta de sus causas peleadas con elegancia desde las letras. Y dedicar una oración por su alma. O tantas como frases memorables nos ha dejado.



viernes, 5 de febrero de 2010

Los botones

Nunca se me dieron bien las manualidades. Siempre me he preguntado por qué las mismas manos que se mueven con cierta facilidad entre las cuerdas de una guitarra tienen una torpeza tan evidente cuando se trata de formar curvas con un hilo y fijar dobleces. Hace varias semanas que miro mi chaqueta negra sin botón. Cada vez que intento ponérmela me propongo, como un sastrecillo valiente, ir por el costurero y meterme en faena.

Empezar por el principio. Lo primero era encontrar el botón de repuesto en una caja donde guardo todo tipo de chismes y trastos minúsculos: botones, imperdibles, tuercas de pendientes sueltas, pins, retazos de tela, horquillas, pequeñas piedras de bisutería. Depués de 6 años todavía conservaba el botoncillo negro con vetas claras, como una prenda de un toro listón. Primeras pruebas de paciencia: enhebrar el hilo en la aguja. (Siempre agradeceré que me aclararan que el ojo de la aguja del que se habla en el evangelio no se refiere a esa aguja, sino a un tipo de puerta muy estrecha que había en las murallas de Jerusalén). Después de mirar durante un rato al horizonte para recuperar la perspectiva, empecé a coser; si a eso que hice se le puede dar tal nombre. Sólo dos agujeros, bastaba con un movimiento circular de entrada y salida, repetido varias veces y un nudo. Bastaba con echar un vistazo rápido al resto de botones para saber en qué dirección debían ir las puntadas, pero al parecer mis ojos son miopes selectivos.

Nada es más difícil que hacer bien algo fácil. Mi botoncillo negro listón tiene ahora una costura horizontal, y eso lo hace distinto de todos sus congéneres que se sujetan dignos y verticales al borde izquierdo de mi chaqueta. A simple vista tampoco parece que hubisese más diferencias, a menos que se mire por detrás. Mi botoncillo negro parece haber sido cosido por el pico de un mirlo, un nido revuelto, bien distinto de las hebras finas y ordenadas que envuelven a los otros botones, como si fuese una melena negra recién peinada.

Cuando estaba en la primaria, en un colegio de chicas, tenía una clase de costura que aprobé gracias a las dotes manuales y la compasión de mi abuela. Mi costura estaba siempre deshilachada, llena de manchurrones e intentos fallidos de darle a aquel trozo de tela un aspecto de orden. Mi abuela lo tomaba en sus manos, lo lavaba, cortaba los hilos, deshacía las puntadas e hilvanaba nuevamente con tiento y elegancia los hilos, siguiendo las indicaciones del patrón. No tenía unas manos bonitas, pero eran -y son- hábiles y acogedoras. Las manos no son bonitas porque sean estéticamente irreprochables, sino por su capacidad de denotar ternura. Y esas manos eran firmes y flexibles, suaves y fuertes. Las manos más femeninas que conozco, después de las de mi madre. Y nunca llevaba las uñas pintadas.

domingo, 24 de enero de 2010

Vaya con la divina Providencia

El título de un estupendo poema de Miguel D'Ors parece ser el leit motiv de muchos de los artículos de prensa que nos inundan a diario, mientras Haití se hunde más profundamente en su ya larga historia de infelicidades. Suele coincidir que quienes se vuelven contra la Providencia por permitir que la tierra tiemble, no suelen relacionarla en absoluto con la ola de preocupación y generosidad generalizada a la que estamos asistiendo. Suele pasar que nos acordamos de Santa Bárbara sólo cuando truena, y además, la novedad posmoderna es que nos acordamos para reclamarle, no ya protección, sino el descuido imperdonable de haber dejado que la tormenta se desate.

La providencia de la que hablan, quienes no creen en la Providencia, es frecuentemente una caricatura gruñona de la realidad del Buen Dios y su constante desvelo por el mundo. El ser -providente, tal como se comprende desde la teología natural, se refiere al modo Divino de ocuparse del gobierno de la creación y está íntimamente relacionado tanto con la Sabiduría como con la Bondad de Dios -y aún más importante- no está nunca en contradicción con ellas. Nosotros, tan acostumbrados a ese cómodo relativismo que mezcla la luz con las tinieblas sin inmutarse, pretendemos que la Inmutabilidad de Dios sea a imagen de la nuestra, y no. Como decía Santa Teresa "Dios no se muda", es decir, nunca deja de procurar llevar los hilos de la historia de modo que favorezcan siempre a quienes han salido del fruto de sus entrañas.

La RAE define así la palabra Providencia:

(Del lat. providentĭa).

1. f. Disposición anticipada o prevención que mira o conduce al logro de un fin.

2. f. Disposición que se toma en un lance sucedido, para componerlo o remediar el daño que pueda resultar.

3. f. por antonom. La de Dios.



El problema surge cuando trastocamos aquello del fin. Quienes invocan a Dios sólo para sentarlo en el banquillo, olvidan que quizá los caminos de Dios no son nuestros caminos, y que Dios mira mejor y más allá que los hombres. En fin, que nuestra mermada cultura occidental parece conformarse con el bienestar como fin último. El orden, la seguridad, la previsión, el derecho a decidir sobre todo, incluso sobre el futuro -tan incierto desde que el mundo es mundo- son los valores por antonomasia. Y Dios en cambio, tan partidario de la libertad, prefiere que el orden del mundo no se parezca en nada a la organización del plató del Show de Truman y su sabiduría tiende a fines más hondos y más altos. Dios provee respetando la naturaleza de las cosas, lo que equivale a decir que su providencia cuenta con nuestra libertad para llevar a buen puerto sus designios. Más bien podríamos preguntarnos -quizá- si la tragedia de Haití habría sido menos tremenda si hubiésemos sido más providentes con ellos antes de que la tierra temblara y no después.

Me gustaría ver un estudio de lo que costará recuperar ahora -sólo en el aspecto material- las infraestructuras de Puerto Príncipe, y qué coste habría tenido procurar que fuesen más seguras. No dejo de pensar en la encíclica Caritas in Veritate y la preocupación del Papa por los países pobres y el concepto tan pobretón de ayuda al desarrollo que hemos preconizado en occidente desde hace más de medio siglo.

Ya se ve que cuando tomamos los hombres la providencia en nuestras manos, no llegamos demasiado lejos con el peso de semejante encargo. Y eso sin olvidar que hay otra dimensión que Dios tiene en cuenta y nosotros menos: el sentido de eternidad. Dios puede premiar el sufrimiento con una felicidad eterna, de modo que no podemos juzgar su justicia sólo desde este lado del tiempo. Ojalá tomemos nota de lo sucedido y sigamos aplicando en Haití y en otros lugares que se encuentran en situaciones similares de indefensión, ese necesario don de la gratuidad que nada tiene que ver con paternalismos de izquierda o de políticas internacionales que benefician a unos pocos estados. Quizá el mundo sería mejor si los hombres hiciéramos todo lo que está en nuestra mano y dejáramos en paz, salvo para invocar su protección, a la divina Providencia.

Pd. Os recomiendo también esta entrada, y esta.

martes, 22 de diciembre de 2009

Marginal

Cuando descubrí el blog, tener uno era estar en la cresta de la ola de la comunicación y la tecnología. Pasaron unos pocos días y vinieron otros cacharritos y ya mi blog empieza a parecer cosa del pasado. Esto le ha sucedido al pobre no sólo porque Twitter, Facebook y Googlewave se prodigan en aplicaciones con encanto, sino porque la mayor parte de mi tiempo la paso con un procesador de textos normal y corriente, escribiendo cosas un poco paranormales y tan corrientes como el procesador. Así que entre las tecnologías novísimas y las antiguallas tecnológicas anda el blog a la deriva. Hoy al leer el blog de José Luis Orihuela he comprobado que le pasa a más gente. Os copio una frase seleccionada de Twitter, ¡click!...retratada.

smmahugo: Tengo completamente descuidada mi vida online por culpa de mi vida offline. Yo antes podía ser feliz en las dos!

martes, 3 de noviembre de 2009

Proverbios

"El mundo es de Dios y él lo alquila a los valientes", reza el proverbio árabe. Seguramente es así; pero no sé por qué, me da la sensación, de que en esto también ha habido alguna trama de corrupción inmobiliaria...

lunes, 14 de septiembre de 2009

Lost

Los sanfermines lucieron crespón negro después de un recorrido largo de peligro y cornadas. Las cornadas las propiciaron los toros, los peligros cualquiera de los miles de enagenados que corren por las calles, recién salidos de otro tipo de encierros. El caso es que querría haber escrito sobre esto, sobre el atardecer en la sierra de Madrid, los cuadros de Sorolla, la plaza de Colmenar Viejo, sobre una avería del coche que me regaló una noche en Burgos, sobre la moto que estrené en agosto, sobre la la muñequera que estrené (y todavía llevo encima) gracias a la moto. Y de tantas cosas más. En mi propósito, como se ve, he fracasado con todo éxito. Pero el otoño se acerca y el paisaje sanferminero del blog pedía un cambio estacional urgente. Lástima que ahora viene la meseta de septiembre-octubre con las hojas que caen: de los árboles y de la tesis. No pienso ya en recuperar el tiempo perdido, con no perder el que vendrá tengo tarea suficiente.

martes, 7 de julio de 2009

¡Viva San Fermín!

Salió esta mañana el santo,
coreado, de San Lorenzo;
parecía un poco tenso
con gesto casi de espanto.
¡Venga, hombre, no es pa'tanto!
le gritaba un borrachín
y el bueno de San Fermín
llamó al mozo por su nombre:
¡recuerda que eres un hombre!
y no un saco de serrín.

lunes, 25 de mayo de 2009

Fuenterrabía


Ayer fui de excusión a Fuenterrabía (Guipúzcoa), un precioso pueblo pesquero fundado en 1203 por Alfonso el Noble, Rey de Castilla. Para llegar a Fuenterrabía hay que proponérselo. Imagino que ahora con la guía Michelín y el GPS la gente lo tiene más fácil, porque las autoridades de tráfico no se lo facilitan a ningún españolito medio. Ni a ningún mexicanito, panameño, uruguayo o inglesito que aprendió spanish con esfuerzo. Y ya es lástima, porque merece la pena conocer aquel precioso pueblo de mar, vecino de Hendaya, en plena frontera con Francia en la desembocadura del Bidasoa.

En todo el trayecto desde San Sebastián los carteles anuncian Hondarribia(como se denomina oficialmente por acuerdo municipal desde 1979) con frecuencia. Menos mal que una ya se ha perdido varias veces y ha encontrado gente amable que le ha explicado en su idioma, es decir, el que por un capricho del destino heredó de sus padres, hispanohablantes de América, y ha utilizado sin problemas durante años para comunicarse.

Ya digo, lo de las señales de tráfico tiene su truco. Primero no hay manera de llegar a Fuenterrabía, sino a Hondarribia, si uno adivina que se trata del mismo lugar. Debe de ser evidente quoad nos, para los que ya sabemos que son el mismo pueblo. De ahí que tráfico no traduzca, porque seguro que allí sólo van los de allí y no hace falta explicarles a los propios como se llama lo que es de su propiedad. Y si fuera alguna vez alguien de fuera, que se fastidie, se pierda varias veces, pregunte otras tantas y aprenda bien la lección para la próxima; si llega...

Pero si no te lo ponen fácil para llegar, tampoco te lo ponen fácil para salir. Cuando intentaba volver a Pamplona me pusieron una multa por cambio de sentido antirreglamentario grave. Lo de la gravedad, según me dijo el agente, venía de que estaba en la calle más transitada del pueblo. La misma infracción en otro barrio la habría pasado por alto. Y claro, sin señales de prohibido, ni marcas de incorporación, es evidente que una tiene la culpa. Por no adivinar. (Aunque confieso que la dificultad del giro algo me hizo intuir...) Y eso me pasa por no ser muy de allí y saber que esa calle es la más transitada del pueblo.
También evidente.

Aún así es un sitio muy recomendable. Se come muy bien, el paisaje es maravilloso y en lo alto del monte Jaizquibel hay una antigua ermita (siglo XVI), dedicada a la Virgen de Guadalupe que suele estar abierta. Y se puede rezar en castellano. Y en euskera y nahuatl si se prefiere. También a eso está abierta.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Cría cuervos...

En un descanso de la tesis me asomé a la ventana de mi habitación y encontré una urraca muerta en el patio. Me quedé muy sorprendida al ver al pobre pajarraco. Y ya que ella ya no iba a volar más, dejé que mi imaginación volara en su lugar, aventurando la causa de su muerte: un pequeño cazador con tirachinas o el calor (tan inusual por estas latitudes). Pero subió más alto, más alto y pensé que quizá la pobre se cruzaría en pleno vuelo con una página del diario traída y llevada por el viento. Quizá tuvo la mala fortuna de que fuese la página que recogía las declaraciones de la ministra de igual-dá. Y claro, el corazón le daría un vuelco, ante semejante disgusto.
Habrá quien lea esta entrada y piense que no digo más que tonterías. Y quizá tenga razón. Pero creo que tendría, como se cree que tiene la ministra, el beneficio de la duda y el apoyo de los científicos para respaldar mi teoría del infarto de la urraca. Probablemente no hay evidencias suficientes para afirmar o negar que la urraca murió de susto, tras leer las palabras de Aído. Quizá me sorprendería que las urracas puedan leer el diario en pleno vuelo. Me sorprendería menos que se infartaran con las declaraciones de Bibiana. Porque eso de que con 13 semanas un embrión de nuestra especie (humana mientras no se demuestre lo contrario) es tan sólo un ser vivo, sinceramente, ¡no lo aguantan ni los cuervos!

martes, 17 de marzo de 2009

Entrevista

Lo dicho. Aquí dejo algo de la conversación que mantuve con Joseph Pearce (que no Pierce como lo ha re-bautizado el editor de la noticia) durante su visita a la Universidad de Navarra, el jueves pasado.

domingo, 8 de marzo de 2009

Los cuidados de la Benemérita

El hombre del tiempo había anunciado bueno para hoy, pero el tiempo decidió darle esquinazo. Yo andaba necesitada de un paisaje diáfano como fondo para la lectura de Escritores Conversos, así que con un bocadillo, una cerveza fría y un yogur de frutas del bosque, conduje el coche hasta un mirador solitario a las afueras de Cizur Mayor. Y allí estaba yo pacíficamente cuando de repente vi por el retrovisor que se acercaban dos 4x4 de la Guardia Civil. Arranqué el coche para dejarles paso y enseguida empezaron a lanzar guiños con las largas, mientras con la mano me dejaban bien clarito que debía parar. Un agente calvo y regordete se acercaba despacio y con mucha sorna.
-Buenaas, señora... (primera puñalada lo de señora...)
-Buenas agente...
- ¿Todo bien?
- Todo bien...
- Y qué hace por aquí...
(Yo a punto de responderle con un rotundo "y a usted que le importa", pensé que sería mejor no ganarme una denuncia por faltas de respeto a la autoridad.)
- Nada, aquí leyendo, suelo venir a veces... (yo como excusándome.)
-De retido sentimental ¿eh?... ¿qué le pasa, está depre?
Ante semejante pregunta yo trataba de contener -la risa o el improperio, lo que llegara antes. Me empecé a poner colorada, no sé si por la lata de cerveza que asomaba en el asiento de al lado, o por la lata que me estaba dando el agente con sus delicadezas. Eso sí, con sonrisita y todo me pidió la documentación, me sacó del coche y me hizo abrir el maletero.
-Así que viene aquí pa' pensar, ¿eh?
- Bueno, el paisaje es bonito...
-Ya, ya, a pensar...
Ya de vuelta en el coche esperaba que me devolvieran el carné de conducir. Mientras venía la pareja del guardia, el agente calvo y con sorna empezó a exusarse: ya sabe, rutinas, tenemos que asegurarnos...; y yo condescendiente, asintiendo y pensando que no podría aguantar la risa mucho más tiempo. Por fin se acerca el otro agente con el carné y vuelta a empezar.
-¿Todo bien señora? (se me vuelve a quitar la sonrisa con lo de señora)
- ¿Qué?, ¿está triste?...
Y salta el otro con cara de estar muy enterado:
-Nada, nada, ¿no ves que está pensando? Está de retido sentimental...
Me guardé el carné y me orillé para dejarles paso, luego me tomé a sorbitos mi yogur de frutas, derretido y sentimental.

martes, 13 de enero de 2009

Realismo "magico"

Ayer me propuse con tanta fuerza abrir brecha, que lo logré. Dos puntos sobre la ceja izquierda, no está mal. La enseñanza que me guardo: no sirve de nada el optimismo y la determinación, sin una buena dosis de humilde realismo. Quién se piense que los obstáculos son sólo una cuestión de enfoque, anda equivocado. Yo andaba muy bien enfocada en mis pensamientos, hasta que di de frente con el marco de una puerta.

jueves, 8 de enero de 2009

La vuelta

1. Salgo de casa con un maleta de ruedas a rastras, para devolver los libros que saqué de la biblioteca en navidades y que en su mayoría no leí. También llevo -cómo no- el ordenador, el bolso, la carpeta.

2. Cerca de la marquesina del autobús y caigo en que me he dejado los guantes (el termómetro marca -4) y después vuelvo caer en que me he dejado el guante, porque uno se lo llevó el 2008 (vaya usted a saber a dónde).

3. Llego a la marquesina del autobús y me acuerdo de que no me acordé de rellenar la tarjeta del bonobus. Y recuerdo también que en el monedero -¡oh, crisis de previsión!- no llevo sino calderilla.

4. Saco el monedero y empiezo a rascar entre monedas de 1, 2 y 5 céntimos, a ver si llego al euro. Cuento dos veces. No llego.

5. Dilema: voy cargada como un camello, hace frío, llego justa -por no decir tarde-, no tengo dinero, pero tengo mucha cara y hay aquí dos señoras también con mucha cara... de buena gente.
6. Pongo cara de no tener cara dura sino más bien todo lo contrario y...
- ¿Me deja treinta céntimos por favor?...

7. Se sorprende. Yo no me sorprendo nada de que se sorprenda, claro. No doy el perfil de yonki indigente... pero me deja los 0,30 cent. (ya digo que eran buena gente).

8. Luego lanza una parrafada en vasco con la otra señora y yo claro no me entero de nada... Se suben a la 2 que pasa en ese momento y me despido con un "gracias" emocionado y ella me sonríe. Yo también le sonrío. Parece un anuncio de Nescafé...

9. Me subo, tan contentica, al autobús.
-Perdone, que le dé tanto suelto, está justo...
-¿Seguro, 1.10€?
- ¿Uno con diez!(os imagináis mi cara...)
- Ha subido desde 2009
- Pues no tengo...

10. Me veo por momentos repitiendo la operación mendigo... pero entre refunfuños, me espeta el conductor:
-Venga, sube... Por esta vez solamente, ¡eh!

Hay días en que es mucho más evidente, que lo mejor de uno son los demás.

¡Feliz Navidad!