Hoy ha sido un día estupendo. He terminado el primer módulo del programa de habilidades emocionales y, poco a poco, le voy cogiendo cariño. Me ayuda pensar que, quizá, algún estudiante universitario hará el curso algún día y que le ayudará. Me empeño en leer mucho para dar con los textos más adecuados, sin subestimar la inteligencia de los chicos y chicas que no conoceré ni me conocerán, sino a través de mi trabajo. Y no quiero que piensen que les doy algo facilón como si fueran tontos. También trato de que las actividades y ejercicios prácticos faciliten la reflexión personal, a la vez que resulten ligeros y amenos. Hago un buen tándem con Chat GPT. Yo le digo lo que quiero que haga y lo hace. Si le sale mal, le doy instrucciones más precisas, o le doy ejemplos y lo hace mejor. Es como tener un esclavo rápido, complaciente, obediente y muy bien informado. Comete muchos errores y ahí estoy yo para hacer comprobaciones, corregir y no hacerle caso si me parece que algún circuito le ha estallado.
Por si fuera poco, además del proyecto de la web de la artista, me ha salido otro que me apetece mucho también. A ver si consigo los últimos documentos que necesito para matricular el coche. Tres meses lidiando con la ineptitud de la administración municipal y yendo de ceca a la meca para conseguir todos los papeles que piden (cada vez se inventan uno nuevo). Espero que cuente para quitarme purgatorio. Con el nuevo proyecto tendré que viajar para hacer fotos y videos. Creo que a Dante le va a gustar el plan de viajar. A mí, además de que me gusta tenerlo cerca, me da tranquilidad. Con la inseguridad que hay, yo voy muy tranquila por la carretera. Entre mi ángel de la guarda y un pastor alemán que parece un tigre, no creo que nadie me fiche para un atraco.
Luego ya han venido las noticias tristes. Colombia no nos vende energía, así que seguimos con los cortes de luz. El sistema eléctrico está inestable y no se cumplen los horarios. Gracias a Dios tenemos un generador en casa porque mi padre no puede andar sin oxígeno y las máquinas que usa no van a pedales. Así que desde que lo instalaron, aquí no se nota la desgracia. Sólo noto el generador del vecino que me despierta de madrugada. Ya me he comprado unos tapones para los oídos, así que no es para tanto. Pero hay mucha gente agobiada porque se le estropean los aparatos, no puede trabajar, las ventas caen y la lluvia que necesitamos, no cae. Ha habido algún aguacero esporádico que los ríos han recogido. Algo es algo. Los embalses siguen en mínimos y las hidroeléctricas trabajan a medio gas. Se pierden puestos de trabajo y esto no tiene solución fácil ni rápida.
Mientras aquí imploramos por la lluvia, en España hay inundaciones. Leo mensajes pidiendo ayuda. Mi hija estaba en Catarroja, ¿alguien la ha visto?, mi padre está en Alfafar y está atrapado, estamos sobre un camión y necesitamos ayuda, no puedo contactar con mi madre desde las 22.00... y así decenas más. X (Twitter) se convierte en una red de gente estupenda que se echa una mano. Tengo un amigo, ya pregunto... Ahora llamo a un policía que conozco para ver si se puede acercar. Pon el hasthtag que así lo ve más gente de la zona. Muchos acogen a desconocidos en sus casas. Una agradece a Ikea por abrirles las puertas de la tienda con mucha amabilidad. Igual les han salvado la vida. Tantos mensajes desde distintos puntos de España dando las señas de sus familiares, o de los familiares de sus amigos: ¡difundid, por favor!
Después de varios días de intoxicación política, de ir de un escándalo a otro, pasa esto y aflora la gente de verdad. Los que siempre son personas sin personaje. Aparece la tragedia y se ve de qué está hecha España. A nadie le importa a quién vota el vecino. Ayudo, doy ánimos, rezo. Lo demás es irrelevante. Eres español, como yo, de los míos, de esta misma estirpe de carne y alma; y estamos sufriendo, juntos. De pronto, los discursos, los gestos de los Sánchez y los Errejones se ven como algo lejano, falso, diminuto y vacuo. No representan a los que han muerto, a los que los buscan, a los que rezan y ruegan por los suyos y por otros que no conocen. Lo que la fanfarria divide, lo aglutina el dolor.
Aquí el agua porque falta, allí porque se desborda. Sólo tengo ganas de rezar: "a ti suspiramos, gimiendo y llorando en éste valle de lágrimas (...) vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos". Qué pequeña es la Casa Común. Y cuánto duele el dolor de los otros cuando no nos distraen las ideologías, las mentiras, las miserias con altavoz de unos pocos. No merecen ni el poder que ejercen, ni la atención que se les presta. Me voy a dormir con el corazón desperdigado entre dos continentes.
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