lunes, 21 de agosto de 2006

Fiestas de pueblo

Agosto en un continuo jolgorio en los pueblos de Navarra. Ayer acudí a la segunda fiesta de pueblo en lo que va de verano. La primera fue Los Arcos. Fui con una amiga -discretamente- para tantear el terreno. Lo que me interesaba era el encierro, claro. En el norte se sueltan las vaquillas y los mozos de turno recortan la embestida como pueden. Ni un vuelo de muleta.
Ayer en Aibar cambió el panorama. Plaza portátil, un aficionado con su capote por lo que pudiera suceder. Una amiga mía, apoderada en funciones, se acerca al que manda en la placita. Está empeñada en verme allí dentro con un bisho, y negocia. El encargado me mira de lejos y asiente. Voy a por los trastos de faena. Empieza a correr la adrenalina: se me acelera el corazón, tiemblo, respiración entrecortada y una sonrisa que no me la habría quitado ni el más experto cirujano facial.
-Perdón, disculpe, disculpe... un salto y adentro.
-Espera a la siguiente -me dice Aitor- (no sé si se llamaba así, es el nombre que se leía en el envés del capote) va a salir una añoja colorada, preciosa, y está limpia.
Espero. Sale la becerra. Yo sigo temblando. Cojo el capote. Salgo a la arena. ¡Ey!... se viene. Saco las manos, quieta... y pasa. Y así, otras tres verónicas y para rematar una revolera. Me meto en el burladero más contenta que contenta, que se dice por aquí. Ya me iba, pero Aitor me dice que salga en la siguiente.
Vuelvo a esperar. Sale una añoja negra con muy mala leche. Pasa dos veces, la banda empieza a tocar, yo me resbalo y caigo. Me tapo la cabeza y siento cómo la becerra baila un pasodoble sobre mi esqueleto. Se la llevan. Me levanto más contenta que antes todavía. No ha pasado nada y yo ya he tenido mi bautizo de sangre en un ruedo de Navarra. ¡Qué más se puede pedir! ¡Aupa, Aibar!

8 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

Hasta el resbalón estaba sintiendo muy de verdad no haber estado allí... Pero ya el último párrafo, me ha dado alegría ver los toros desde la barrera de la literatura y a becerra pasada.
Muy buena faena, al menos la bloguera.

Corina Dávalos dijo...

Qué puedo decir, en esto sólo puedo defender la dicha de la vida frente a la vida dicha, aunque a veces te deje así, rostro en tierra. Cada uno se asombra como puede...

Anónimo dijo...

Después de haber leído el relato, tengo aún más miedo a los toros--y a las torreros(as).

Anónimo dijo...

Sopla el aire y el niño
se arrima al viento y lancea
Sueños y pases soñados
Verónicas y quimeras...

¿Te suena? ;)

Anónimo dijo...

Como navarra de "denominación de origen" aclararé que no es lo mismo un TORO que una vaquilla!!

Me descubro ante tu valor Ana co! La próxima vez te cito en la Estafeta: sentir en los riñones el aliento del toro es algo sublime y terrorífico!Yo solo los he visto pasar por mi lado, volando, en mi loca juventud, pero NUNCA MAIS!

¡Viva las aprendizas de toreras!

Corina Dávalos dijo...

El miedo es un requisito indispensable para ser un buen aficionado, así que ¡ánimo!
Jacin, que calladito lo tenías... ¡esto no lo sabía! Mis respetos porque a eso sí que no me apunto ni loca. Los sanfermines como Enrique: desde la barrera, o mejor, desde el salón de mi casa por TVE que están fenomenal.

Corina Dávalos dijo...

Querida usuaria anónima, eso es pillería y lo demás...
Me suena, sí, pero ahora gracias a este recordatorio me resuena de otra manera. Gracias por completar la faena;)
pd: a ver cuándo saltas a la arena con algo sobre este tema. Como no te gusta ni ná....

ana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

29 de octubre

 Hoy ha sido un día estupendo. He terminado el primer módulo del programa de habilidades emocionales y, poco a poco, le voy cogiendo cariño....