El Fedro es uno de esos libros al que uno siempre puede volver con la confianza de que, por mucho que lo lea, no sale uno defraudado. Hoy me lo he encontrado mientras iba de visita a otro libro, me he entretenido con él y no he pasado del umbral de la puerta del artículo sobre el arte de invitar (del que ya os hablaré en otro momento). Habla Thamus, rey de Egipto, a Theuth, el dios inventor de la escritura, según escribe Platón:
"Ahora tú precisamente padre que eres de las letras, por apego a ellas, les atribuyes poderes contrarios a los que tienen. (Piensas que les servirán para recordar, pero...) es olvido lo que producirán en las almas de quienes las aprenden, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos. No es, pues, una medicina para la memoria lo que has hallado, sino un simple recordatorio"Y yo pienso: pues no es poco hallazgo lo del recordatorio. La memoria se pierde sin remedio, y bueno, los recordatorios, a veces, también... pero al menos pueden multiplicarse.
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