viernes, 30 de marzo de 2007

Clase III

I. Llego al aula y escribo el esquema de la clase en la pizarra. Hay unos treinta alumnos en clase y casi todos están entre la segunda y la sexta fila, o sea cerca. A ver, -pregunto con tono escéptico- ¿cuántos se han leído el capítulo? Y para mi sorpresa empiezo a ver varias manos que se elevan, cuatro, siete, nueve... Tardo un poco de salir de mi asombro. Bajan las manos. Uno sigue con la mano levantada. Le invito a hablar mirándole con interés mientras levanto las cejas, como esperando una revelación. Y la revelación ocurre: "Y eso que hoy hemos tenido examen de empresa." Escepticismo...: ¡Nunca mais!

II. Termina la clase. Se acerca una alumna.
-Oiga, dice con timidez, yo es que veo que deberíamos dedicarle más tiempo a este libro. ¿No podríamos hacer un seminario? Es que este Spaemann es como muy profundo y con una hora no nos llega.
Yo hago lo posible por disimular la cara de emoción-asombro.
-Sí claro, yo encantada, a la vuelta de Pascua hablamos.
-Muchas gracias, dice toda sonriente.
-Gracias a tí, pienso yo, y todavía me dura la sonrisa, a pesar de ser Viernes de Dolores.

III. No sé si la enseñanza quema, por ahora sólo sé que engancha.

4 comentarios:

Enrique Monasterio dijo...

La enseñanza engancha tanto, tanto, que,cuando uno la deja, ella no nos deja. Y seguimos siendo profes para siempre.
Buscaré este blog cada semana

Corina Dávalos dijo...

Bienvenido, D. Enrique, será un gusto que se una a la conversación de los viernes. Yo por el suyo procuro pasar casi a diario, por si encuentro a Homero despierto y escribiendo.

Anónimo dijo...

Leyendo tu post remembro una conversación de mesa de comedor de universidad hace unos días con una profe de literatura española del soglo de oro. Estaba leyendo con un grupo de estudiantes uno de los capítulos de El Quijote.

Al acabar, quien leía le contestó con un convencimiento inusitado: "Oiga, era bueno este tío, ¿eh?"

Y ella le contestó: "Pues fíjate, nunca ganó el premio Cervantes". :D

Calidad es calidad, y los alumnos lo saben.

Corina Dávalos dijo...

Bonita anécdota, Valea. Gracias y bienvenida/o a esta casa.

Las cartas

         Las cartas piden y permiten una pausa. ¡Qué delicia era escribirlas y recibirlas! La primera vez que salí de casa, fui a dar a un p...