lunes, 19 de marzo de 2007

Islas

El sábado estuve en la manifestación de Pamplona. Reconozco que me interesa la política, pero siempre acabo llevando el agua a mi molino y mientras andaba por la avenida Bayona entre el mar de banderas de Navarra y España, pensaba en lo poco que nos reunimos para hacer algo juntos. La misma sensación la experimenté durante la carrera del 31 de diciembre. Era la primera vez que participaba en una maratón popular y desde luego no será la última.

Nos hemos acostumbrado tanto a la vida individual del
vive y deja vivir, que se nos hace muy extraño eso de ir todos a una con un propósito común, como no sea el asistir a un espectáculo al que vamos en calidad de meros espectadores. Y sin duda es una pérdida, nos sentimos más solos a nuestro pesar, perdemos capacidad de entablar lazos y relaciones de andar por casa, por ser parte de una misma ciudad. ¿Dónde andará el homo-politikon de Aristóteles, que a la larga no era más (ni menos) que el hombre bueno?

Hace unos días, Navarra aparecía para algunos como una isla huérfana con necesidad de padres adoptivos. El sábado, en cambio, apareció la familia al completo, desde Madrid, Andalucía, Aragón, Castilla, Galicia, el País Vasco y otros tantos lugares de la piel de toro. Todos los hermanos se reunieron para recordar que Navarra no es una isla y, por lo que yo pude ver, creo que quedó claro. El problema ahora es sacar a cada uno de su isla particular y hacer -con otros motivos- más experiencias de unión como la del sábado. Si nos diera por montar un recital poético, quizá me atrevería a leer estos versos de Ernestina de Champourcin, por si a alguno le toca el corazón:

¿Por qué huyen todas las islas?, V


Y si las islas huyen quedarán mares solos

sin nada que los tense y los haga más firmes

o acequias desoladas sin un brazo de tierra

en donde hagan pie los que van a ahogarse.


No es verdad que las islas sean monólogos puros

como tampoco hay hombres que son islas completas.

Y la isla quería no ser isla, mezclarse

con el mar y los ríos y buscar esas otras,

las de luz diferente,

las de flores distintas y cardos agresivos.

No hay matices que puedan aislar a las islas

ni tampoco a los hombres. El fondo es siempre el mismo

como la rosa es rosa aunque abrace los muros

o se yerga señera.


Ernestina de Champourcín, Antología Poética.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Anacó, me ha encantado esta conclusión de la "manifa" del sabadete: la isla, la vida individual, los espectadores... ¡Bien visto!
Y buenísimo el poema de Ernestina.

PD: ¿¿Corriste en la maratón popular?? xDDD :P

Anónimo dijo...

A mí me ha gustado mucho lo de la familia al completo.

E. G-Máiquez dijo...

Dejo la isla y me sumo a los aplausos. Y es cierto, hay que descubrir el sentido de la comunidad.

Anónimo dijo...

¿Qué reunión de hermanos es esa en la que falta la otra mitad?

C.O. dijo...

Sí Peter, faltaban algunos, pero a lo que me refiero es que la familia de navarra tiene muchas ramas y está unida a todas ellas, no sólo a una. Para ser más exactos entonces, hubo representantes de todas las ramas de la familia. Es una manera de estar al completo.

Ángel dijo...

Me ha parecido excelente, lo de la familia al completo.

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