Las etimologías siempre me ayudan a hacer pie. Con el permiso de tantos antepasados ilustres, sigo haciendo pie sobre los hombros en los que me encontré encaramada desde que nací. Pessoa ya lo dijo a su manera (a la manera de Bernardo Soares en El Libro del Desasosiego). Yo me apoyo en sus versos y proclamo con orgullo que mi patria es la lengua castellana. Y esa patria tiene padre, madre, abuelos y abuelas, una extensa y exótica familia dispersa por el ancho mundo. Y entre ellos anda el griego.
La palabra crisis viene del griego krisis, y éste del verbo krinein, que significa "separar" o "decidir". La crisis es una ruptura. Algo se rompe para examinarlo por partes. De allí también el término crítica que significa análisis, juicio. (Todo lo contrario de la murmuración.) Y de allí también criterio, que es el juicio adecuado. De modo que la crisis, tal como lo entendían nuestros sabios antecesores, tenía como consecuencia la necesidad de examinar el asunto, tenía la capacidad de provocar la reflexión.
Soy optimista con causa y por convicción. Me fío de la Providencia y pienso que no hay mal que por bien no venga. Si las crisis nos hacen pensar, nos ponen en camino de encontrar alguna que otra verdad. O de desenmascarar alguna que otra mentira (a algún que otro mentiroso), que no es poco. Lo peor que podría sucedernos con la crisis, además de una escalada del Euribor, sería que no sepamos aprovecharla para ser verdaderamente críticos. Es decir, que la reflexión la dejemos a un lado, como una práctica anticuada y nos dediquemos a algo tan actual e inútil como la queja. Que hay quien la utiliza como sinónimo. Pero no.
La palabra crisis viene del griego krisis, y éste del verbo krinein, que significa "separar" o "decidir". La crisis es una ruptura. Algo se rompe para examinarlo por partes. De allí también el término crítica que significa análisis, juicio. (Todo lo contrario de la murmuración.) Y de allí también criterio, que es el juicio adecuado. De modo que la crisis, tal como lo entendían nuestros sabios antecesores, tenía como consecuencia la necesidad de examinar el asunto, tenía la capacidad de provocar la reflexión.
Soy optimista con causa y por convicción. Me fío de la Providencia y pienso que no hay mal que por bien no venga. Si las crisis nos hacen pensar, nos ponen en camino de encontrar alguna que otra verdad. O de desenmascarar alguna que otra mentira (a algún que otro mentiroso), que no es poco. Lo peor que podría sucedernos con la crisis, además de una escalada del Euribor, sería que no sepamos aprovecharla para ser verdaderamente críticos. Es decir, que la reflexión la dejemos a un lado, como una práctica anticuada y nos dediquemos a algo tan actual e inútil como la queja. Que hay quien la utiliza como sinónimo. Pero no.
6 comentarios:
Pero no. Eso es, AnaColina. Y tan bien explicado que a nadie le pueden quedar dudas.
Jeje, Castri, eso de que a nadie le queden dudas es un elogio que agradezco, pero no creo que en este mundo sea nada tan evidente.
Y no soy un escéptica, como bien sabes. Sólo un poco crítica... Abrazo!
Jo. Qué buena buena columna de opinión.
Es que la poesía también anda en crisis, Enrique. Menos mal que las columnas nos sostienen cuando la musa abandona. ¡Gracias!
Carolina, espacios como el tuyo son fundamentales en momentos de "crisis". Estoy de acuerdo contigo en que es necesario fomentar un espíritu crítico para aprender de los impases. Me ha gustado mucho tu blog. Un abrazo y gracias por visitar inventario y animarte a participar. Me gustó mucho tu aporte. Un abrazo
Lauren Mendinueta
Lauren, bienvenida a esta casa. Es una alegría que pases por aquí. Y muchas gracias por tu amable comentario.
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