lunes, 6 de octubre de 2008

Idénticas obsesiones

Todos arrastramos nuestras pequeñas o grandes obsesiones. Algunas son efímeras y otras han arraigado, con o sin permiso, en terrenos más profundos de nuestra personalidad. Yo tengo por ahora una obsesión por encontrar pistas que me ayuden a esclarecer el enigma de la identidad personal.

Ilusa de mí. Embarcada en una tesis que por ahora no me da ninguna respuesta y me atiborra la cabeza con más preguntas de las que podré contestar en cuatro vidas. Eso sí, la obsesión tiene una ventaja. Como un sabueso bien entrenado, detecto a la legua cualquier cosa que me ayude a componer el puzzle. Las citas que encuentro por ahí quizá no tengan sitio en la bibliografía de mi tesis, las pobres. Las he sacado de una novela (¡uff!, ficciones...), de las Confesiones de san Agustín (¡ay, madre! qué poco laico). Pero es de lo mejorcito que he encontrado. Y si no las puedo citar para la tesis por las convenciones dominantes, pues ¡peor para la tesis! Y aquí siempre encuentran un lugar para reposar.

"Evan se rió, y dirigiéndose a May Waltz, preguntó:
–¿Y quién es ésta?
May Waltz hizo un ademán afectuoso al pensar quién era Fanny y dijo calurosamente, no por su hija, sino por Evan y Swan:
–Dios sabrá quién es, pero se llama Fanny."

William Saroyan, Cosa de Risa, Acantilado, Barcelona, 2008, p. 73.

"Me avergüenza, Señor, tener que añadir a esta vida mía que vivo en el tiempo presente aquella otra edad en la que no recuerdo haber vivido, de la que he de creer a los demás y que conjeturo por otros niños haberla pasado, aunque esta conjetura sea muy de fiar. Pues en lo que atañe a las tinieblas de mi propio olvido, es similar a aquella en que viví en el seno de mi madre(...) Pero mira, dejo de lado aquel tiempo ¿Para qué ocuparme de él, cuando ningún vestigio suyo conservo?" (p. 137)

"No quería ser engañado, tenía buena memoria, me instruía con la conversación, la amistad me era dulce, rehuía el dolor, la vileza y la ignorancia. ¿Qué hay en un viviente así que no sea admirable y loable? Pero todas estas cosas son dones de mi Dios. No me las di yo a mí mismo, y son todas buenas y todas ellas soy yo (et haec omnia ego)." (p. 154)

San Agustín, Las Confesiones, Tecnos, Madrid, 2006.

3 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

La respuesta de Fanny es memorable. Gracias.

E. G-Máiquez dijo...

Quise decir la respuesta de May.

Corina Dávalos dijo...

¡A que sí!

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