martes, 13 de octubre de 2009


Cotopaxi significa, en quechua, cuello de la luna. Tiene 5.897 metros de altura y es uno de los volcanes activos más altos del mundo. Así lo he visto yo desde niña, desde el patio de la hacienda de mis abuelos. A veces más nevado, a veces menos. No siempre se deja contemplar tan radiante, anda casi siempre escondiendo su timidez entre las nubes. En septiembre, la luna se coloca justo encima del cráter y muestra su cara más sonriente. Es un espectáculo. A nadie le extraña que el volcán haya tomado de allí su nombre, de las noches en las que la luna apoya su cabeza en el volcán y él la recibe como un trono indígena, ataviado con un poncho verde de paja y pinos.

3 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

Quién lo viera, con luna o sin ella.

Corina Dávalos dijo...

Pues ya sabes, estáis invitadísimos los tres. Tenemos, los Terán, fama de buenos anfitriones... ¡Abrazo!

Anónimo dijo...

Me llevarás a que sí? Estoy dispuesta a ponerme el poncho que tiene que picar un rato largo...

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