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miércoles, 10 de enero de 2007

Peluquería: de pelos de punta...

Hoy he vuelto a la peluquería y no he tenido tanta suerte como la vez anterior. El corte es lo de menos, lo de más el semi-monólogo con la peluquera. Intentaba darle conversación y le pregunté:
-¿Qué serías si no fueses peluquera?
-No sé. No me lo he planteado. Para qué. Si pasa algo ya lo pensaré.
-(Silencio...)
-Yo, yo creo que sería torera,-le digo-(en parte porque es cierto y un poco por desconcertar...)
-En mi pueblo hay vaquillas en verano. Si quieres me llamas y te bajas. (Sigue a lo suyo.)
- Pues no te digo que no...
-(Silencio...)
-Ya estás, maja.

Mientras me acerco para pagar le digo: bueno, ya nos veremos antes de agosto, pero en verano ya me has invitado a las vaquillas de tu pueblo.
-Sí, sí... Pero eso sí, (me mira seria...) si te pasa algo, yo no te conozco, ¡eh!. Y me da las vueltas.
Todavía me estoy autoconvenciendo de que sería una broma cáustica... ¡Hay que ver cómo está el patio!

domingo, 13 de agosto de 2006

Peluquerías

Esta semana fui a la peluquería. Suelo llevar una melena corta, e iba dispuesta a pedir -como si fuese a un bar de jubilados- que me diesen lo de costumbre. Cuando Sara, la peluquera, iba ya rematando la faena, se me ocurrió comentar en voz alta:
-Pues, fíjate que venía con la idea loca de dejármelo muy corto...
Y ella -buena profesional- apagó el secador sobre la marcha, me miró toda seria y me dijo:
-¿Y entonces?
-Entonces nada. Sin más, una ocurrencia.
-De ocurrencia nada, ya verás.
Y ni corta ni perezosa, empezó a levantar un mechón aquí, otro allí, de este lado, del otro, de cerca, de lejos, como un arquitecto ensimismado en sus cálculos de proporciones. Y tras un breve momento de reflexión...
-Ya está, ya sé qué te vendrá bien.
Dejó los cepillos sobre la mesa, miró hacia los lados, se fue hacia un revistero y volvió pasando a toda prisa las hojas de una revista.
-Mira, es éste. A mí éste me gusta mucho.
-No, si a mí en la revista también...
-No mujer, si no supiera que te conviene no te lo diría. No se lo digo a todo el mundo...
Y ante su seguridad inquebrantable y las ganas que me estaban entrando de hacer una travesura, cerré los ojos y le dije: me fío, haz lo que quieras.
Salí con un corte a lo Sabrina (que de mí no dice nada y mucho de la habilidad de las manos que maniobran con las tijeras; porque yo a la Hepburn no me parezco ni en el blanco del ojo...)
Y si digo la verdad, no me convenció la revista, sino el saber hacer de Sara. Ante un pulso firme y diestro, una mirada inteligente y atenta a lo que está haciendo, una sonrisa amplia y una conversación agradable, ¿qué menos podía hacer sino seguir su consejo?
¿Y por qué cuento todo esto? Pues, por dos razones.
La primera: Quería hacerle un pequeño homenaje a mi anónima peluquera. Durante los tres cuartos de hora escasos que estuve en la peluquería me lo pasé en grande contemplando su espectáculo. Y no es que baile mientras peina. Pero su manera de trabajar me recordó esas palabras jubilosas de Eugenio D'Ors :
"Hay una manera de dibujar caricaturas, de trabajar la madera, y también de limpiar de estiércol las plazas o de escribir direcciones, que revela que en la actividad se ha puesto amor, cuidado de perfección y armonía, y una pequeña chispa de fuego personal: eso que los artistas llaman estilo propio, y que no hay obra ni obrilla humana en que no pueda florecer. Manera de trabajar que es la buena. La otra, la de menospreciar el oficio, teniéndolo por vil, en lugar de redimirlo y secretamente transformarlo, es mala e inmoral.
(...) Cualquier competencia es una manera de distinción, porque te hace, en un orden determinado de funciones, superior y distinto a los demás. Cualquier profesión es una aristocracia." (*)
Personas como Sara hacen la diferencia, entre un mundo gris y cansino, y otro -más parecido al plano original- salpicado de alegres relieves. Esos que tallan las gentes normales, cuando hacen sus labores extaordinariamente bien.
Y la otra razón os la contaré otro día. Que no hay que abusar.

(*)Tomado de Aprendizaje y Heroísmo, 1915.

¡Feliz Navidad!