"(...) la exploración y la expansión hacen más pequeño el mundo...Sin duda alguna, es alentador zumbar en un automóvil en derredor del mundo, considerar la Arabia como un remolino de arena y la China como una llamarada de arrozales. Pero la Arabia no es un remolino de arena ni la China es una llamrada de arrozales. Son antiguas civilizaciones con extrañas virtudes guardadas como tesoros. Si hemos de entenderlas, no ha de ser como turistas o curiosos, debe ser con la lealtad de los niños y la gran paciencia de los poetas. Conquistar esos lugares es perderlos. El hombre que se detiene en su propia huerta con el país de las hadas abriéndosele a la puerta, es el hombre de las grandes ideas. Su imaginación crea distancias; el automóvil las destruye estúpidamente."(*)
lunes, 4 de septiembre de 2006
Sub specie aeternitatis
Los bávaros y los bárbaros no tienen nada en común fuera del parecido fonético de las palabras que los designan. (Aunque confieso que no he rastreado las etimologías.) Múnich (Mónaco di Baviera lo llaman los italianos) es una ciudad jovial y cosmopolita. Más de un millón de habitantes de las más diversas razas pasean por sus calles: japoneses, chinos, coreanos, turcos, árabes, chipriotas, indios, rusos, ugandeses, americanos de las tres Américas y todo el abanico mediterráneo (más todos los que se me quedan en el tintero.) Aquí he vuelto a descubrir el placer de la vida sin prisas, aunque sé, ¡ay!, que sólo me durará lo que dure el privilegio de la vida monotemática que me toca gastar ahora. Me gustaría que mi estancia en Múnich tuviera las características que describía Chesterton como alternativa a lo que él llamaba la civilización del automovilismo:
Hace falta reconocer el terreno antes de decir algo sobre la tierra que se pisa. O mejor: olerlo, palparlo y escucharlo, como hacían los indios sabios en las viejas películas de John Wayne. Las palabras de Chesterton son mi excusa -verdadera por otra parte- por el prolongado silencio de estas semanas. No me habría gustado describir un Múnich de folletín turístico. Más bien querría ir desgranando poco a poco, a partir de ahora, las escenas cotidianas, esas que se repiten continuamente y que revelan sin aspavientos el aire de una tradición. Entrar como los niños en este país de hadas y descubrir sus secretos en fragmentos fugaces; que, como decía Baudelaire, llevan en sí hilos invisibles que conectan todas las cosas y nos abren a la realidad entera. Si los miramos sub specie aeternitatis... (continuará)
Tomado de: G. K. Chesterton, Herejes.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
29 de octubre
Hoy ha sido un día estupendo. He terminado el primer módulo del programa de habilidades emocionales y, poco a poco, le voy cogiendo cariño....
-
A menudo, cuando se habla de la familia, se presenta un modelo ideal. Y está muy bien manejar arquetipos, historias y ejemplos dignos de i...
-
De pequeña pensaba que sólo se podía escribir un libro si se sabía de antemano la historia que se desgranaría en cada una de sus páginas. Y...
-
Uno de los sacerdotes que celebra la misa en la parroquia cuida especialmente la liturgia. Acompañado por el monaguillo, un chico de unos 12...
4 comentarios:
Siendo Chesterton la excusa, te perdonamos de buena gana esta temporada in albis.
Y quedamos a la espera de tus impresiones muniquenses.
Si--tal vez mejor Chesterton que el Hofbrauhaus, y mucho mejor la cultura que el automovilismo. Pero no se puede negar que la cerveza forma parte de la cultura bavara--y la cultura barbara. Y como citas a Baudelaire, su poema "Enivrez-vous" viene aproposito--es decir, con la cutura, por supuesto!
Gracias, me pongo a ello! Si el u.anónimo me facilitara el libro donde puedo encontrar el poema de Baudelaire se lo agradecería, y gracias por la visita.
_Petits poèmes en prose_: XXXIII
"Enivrez-vous"
[Te toca añadir "de culture" en el segundo párafo y en la última oración. :>) ]
Il faut être toujours ivre. Tout est là: c'est l'unique question. Pour ne pas sentir l'horrible fardeau du Temps qui brise vos épaules et vous penche vers la terre, il faut vous enivrer sans trêve.
Mais de quoi? De vin, de poésie ou de vertu, à votre guise. Mais enivrez-vous.
Et si quelquefois, sur les marches d'un palais, sur l'herbe verte d'un fossé, dans la solitude morne de votre chambre, vous vous réveillez, l'ivresse déjà diminuée ou disparue, demandez au vent, à la vague, à l'étoile, à l'oiseau, à l'horloge, à tout ce qui fuit, à tout ce qui gémit, à tout ce qui roule, à tout ce qui chante, à tout ce qui parle, demandez quelle heure il est; et le vent, la vague, l'étoile, l'oiseau, l'horloge, vous répondront: "Il est l'heure de s'enivrer! Pour n'être pas les esclaves martyrisés du Temps, enivrez-vous; enivrez-vous sans cesse! De vin, de poésie ou de vertu, à votre guise."
Publicar un comentario