miércoles, 27 de diciembre de 2006

Bio-bibliotecas

Estos días de sosiego post y pre festivo, me están viviendo de maravilla para reorganizar la biblioteca de mi casa. Mientras saco los libros de las estanterías y les paso un paño húmedo para quitarles el polvo, pienso que será muy difícil que las pantallas destronen al libro. Hay algo especial en ese poder hojear un libro, saltar del índice a una página cualquiera, buscar las fotografías, sentir en las yemas de los dedos las distintas texturas del papel que delata -como en las personas- su edad aproximada y el abundante o escaso trajín de la vida. Encontrar vestigios de lectores que te han precedido en un comentario al margen, un billete de 10 pesetas de los antiguos, una mancha de barra de labios, una cita entrecomillada y escrita con esas caligrafías cuidadas de antaño... en fin, es un goce que las pantallas táctiles aún no han logrado imitar.

Esas huellas me recuerdan que otros han pasado por aquí mucho antes que yo, cosa que la red, por un problema de juventud, aún no puede ofrecer. Lo suyo es la simultaneidad, el presente. Los libros, en cambio, son testigos excepcionales del pasado, del valor de lo heredado, de la cadena procesional de las generaciones. Me gusta repasar las páginas de un libro por las que ha paseado la mirada de tantos y buenos lectores, e imaginar esos libros como confidentes, como detonadores de aventuras o como discretas damas de compañía... seguro que cada uno de esos libros contienen muchas más historias de las que escribió su autor. Y quien sabe, quizá algunas serían incluso mejores.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

En estos días de sosiego, aprovecho para escribir comentarios, pensando que la mayoría de tus lectores están ocupados.
Entiendo perfectamente lo que quieres decir--los libros son objetos especiales y casi mágicos.

Hablando de libros, por fin abrí y leí _El maestro y Margarita_. Supongo que ya has leído esa novela tan maravillosa....

Corina Dávalos dijo...

!Vaya, bievenida/o¡ La verdad no he tenido noticia de El maestro y Margarita hasta hoy. Y la verdad, antes que a Google prefiero preguntárselo al u.a. ¿quién es el autor?

E. G-Máiquez dijo...

Muy bonita entrada y su título, excepcional. El final abierto también es muy sugerente.

Y eso, ¿quién escribió El maestro y Margarita?

Anónimo dijo...

Mikhail Bulgakov
Pasó 12 años escribiendo la novela, que sólo se publicó 25 años después de su muerte (1940). Aún en 1965 no se entiende cómo pudieron dejar publicar una tal sátira.
Bulgakov no pudo hablar de filosofía, pero ese lado del libro me fascina. En la crítica no se habla mucho de la parte de la historia de amor, pero esa me encanta. El estilo (en traducción) es maravilloso.
Me gustaría oír la reacción de un lector (una lectora) cátolica.... Uno de los protagonistas es Satanás.

Anónimo dijo...

No hay que olvidar tampoco que muchos buenos libros han tenido malos lectores. Se ve en el papelito en la página trece, cuando el incauto se dio por vencido, o en los restos de babilla en la página cuando se quedó dormido...

Corina Dávalos dijo...

Gracias a Peter por completar la entrada (aquí tenemos a un buen lector) es cierto, también los que desmerecen de los libros que leen dejan su impronta.

Corina Dávalos dijo...

No he leído nada de Bulgákov, así que no puedo decirte nada de El Maestro y Margarita ni a favor ni en contra porque no lo conozco. Sí te puedo decir que he leído un libro estupendo que tiene al diablo como protagonista. Es de C.S. Lewis, Cartas del Diablo a su Sobrino.¡Excelente!

Anónimo dijo...

No conozco ese libro; me gusta Lewis y supongo que me va a gustar (lo voy a leer, por supuesto). Gracias por la recomendación.

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