Ayer salió la luna en Pamplona -puntual como siempre. Pero ayer era una noche especial: la primera luna del otoño. Cambiamos de estación. Las mudanzas son siempre tediosas, porque hay que dejar algunas cosas, arrastrar otras consigo y estrenar otras tantas. Y las cosas pesan, también cuando se dejan. Pesa el verano, con su luz mientras se aleja y pesa el otoño en el aire humedecido, que se asienta lentamente.
Ayer paseaba por la Ciudadela, entre el relente de octubre y una luna entrometida. Se asomaba -indiscreta- por todos los recovecos que dejaban las piedras. La luna domina las miradas y las mareas. Ayer se me iban los ojos -como una ola- hechizados, tras la luz de su cara blanca. Mientras recorría los muros de roca antigua y soldadesca recordé algunos poemas de Mesanza. Pero enseguida llegaba ella entre las almenas, por entre el ramaje de los chopos, detrás de la silueta de las casas de la Vuelta del Castillo; mis ojos le seguían paso a paso y a mi memoria la invadían desde dentro los versos del Romance: Por el cielo va la luna/ con un niño de la mano. Y así volví a mi casa de otoño: mira que te mira.
Ayer paseaba por la Ciudadela, entre el relente de octubre y una luna entrometida. Se asomaba -indiscreta- por todos los recovecos que dejaban las piedras. La luna domina las miradas y las mareas. Ayer se me iban los ojos -como una ola- hechizados, tras la luz de su cara blanca. Mientras recorría los muros de roca antigua y soldadesca recordé algunos poemas de Mesanza. Pero enseguida llegaba ella entre las almenas, por entre el ramaje de los chopos, detrás de la silueta de las casas de la Vuelta del Castillo; mis ojos le seguían paso a paso y a mi memoria la invadían desde dentro los versos del Romance: Por el cielo va la luna/ con un niño de la mano. Y así volví a mi casa de otoño: mira que te mira.
13 comentarios:
Preciosa prosa. Muy bueno lo de que las cosas pesan también cuando se dejan. Y ese final: "mira que te mira".
Enhorabuena, Anacó. Gustosamente, haría guardia entre esos muros y esa luna.
Me has recordado aquel cuento tan bonito de Bécquer, que era de por sí una alegoría del romanticismo, de la melancolía imposible, y del imposible que se busca. Cada día, si eso es posible, me gusta más leerte, Anacó.
Gracias, Enrique tú siempre tan animante. y Julio, bienvenido a esta casa. La Ciudadela en otoño es verdaderamente un lugar maravilloso. No he leído ese cuento, José Luis, me has metido el gusanillo de la curiosidad ¿es una de las leyendas?
Genial entrada. Tú y la luna me habéis dejado embobada :)
Sí, es una de las leyendas. Si te esperas un momento, voy a buscar el libro y te digo el título ;)...´"El rayo de luna", me acordaba bien! jeje
¡Muy bueno! Y qué bonito título el de la entrada.
Eres una artistaaaaaaa, monito ;)
el rayo de luna...sin duda uno de los cuentos más hermosos del inolvidable Bécquer...
Saludos desde algún rincón del mundo
Soy una enamorada de la luna, ¿lo sabías? Me ha encantado leerte así, con este tema, de repente. Un saludico desde Roma.
Por cierto, en honor a ti y para no olvidarme de mi Tierra (así, con mayúscula, así la quiero...), ¿sabes qué libro acabo de coger de la biblioteca? ¡¡Adivina!! Que bien saber hacer tú prosélitos, aunque la cosa vaya lenta... En breve empezaré -de nuevo- a escribir poesía. Lo presiento... ;)
¡Qué honor esta visita romana! Asumo que el librop es de...¿Szymborska? si me equivoco sácame de la duda. Y te recuerdo que, en todo caso, yo soy prosélita tuya en esto de la poesía y no al revés. Aunque reconozco que no lo tomaba muy en serio in illo témpore. ¡Me encanta ese presentimiento tuyo! ¿lo leeré?
¡Mala intuición, prosélita! Se trata de Pedrito y de Isabel... Mis borrones los leerás, sí; supongo que recién salidos del horno, tú la primera, me fio de ti. Creo que sólo de ti... ¡Y mándame tú algo de vez en cuando! No tendré mucho tiempo para pasarme por aquí. ¡Gracias!
Jo, qué envidia. De la buena
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