sábado, 26 de enero de 2008

Escondite

Por culpa de una caída en el autobus, me he ganado una tendinitis. El médico -muy amablemente- me ha dicho que haga reposo relativo, y yo, me agarro como a un clavo ardiendo al relativismo del galeno. No salgo a correr por la ciudadela a última hora de la tarde, cuando las murallas parecen erguidos centinelas, con sus espaldas anchas de piedra. Ahora, me paseo por allí con relativo reposo, a la luz del pleno día. Y voy descubriendo, de pronto, mil rincones que no conocía, tantos recovecos que ocultan las piedras de estrelladas aristas. Me divierto reconstruyendo la vida militar entre las murallas, las estrategias que inventarían para sorprender al enemigo, las expediciones por el foso, buscando un nuevo punto donde esconder la artillería. Y allí arriba, entre las almenas, los infinitos puntos de mira, las horas exactas en que aparecen las multiformes sombras de las piedras. En cada paseo busco un escondrijo nuevo, como una ñiña que se prepara para ganar un juego. De pequeña, solía encontrar buenos escondites, entonces jugaba en la hacienda de mis abuelos. Cuando no estaba jugando andaba investigando lugares increíbles, que me hicieran invisible a los ojos de los otros niños. Hacía ya muchos años que no jugaba al escondite. Pero, por si acaso, tengo avistados ya varios rincones, cualquier día de estos -quién sabe- puede recomenzar el juego. No sé si me tocará buscar o tendrán que encontrarme, yo por el momento, sigo armando expediciones, quizá me encuentre un día de estos, al mando de una improvisada infantería, corriendo entre las almenas, trepando estos muros altos. Me lo advirtió claramente el médico, reposo físico relativo. Pero de la imaginación, la verdad, nada me dijo. Yo sigo al pie de la letra sus consejos.

6 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

Qué buen médico. Veo que la receta está dando muy buenos frutos.

Corina Dávalos dijo...

Gracias, pero espero, sin embargo, que sea muy cortito el tratamiento.

Anónimo dijo...

Vaya, lo siento. Una mujer activa como tú...

Ya sabes, no hay que fiarse de los autobuses que son traicioneros. Mejor andando o en bici.

¡Que te mejores!

Corina Dávalos dijo...

En bici, ¡desde luego!

Anónimo dijo...

Ay, Colina: nadie podría ordenarle -ni siquiera pedirle- reposo a tu imaginación. Qué haríamos los demás sin ella, que nos alegra los días y nos emociona...

Y si juegas, avísame: me apunto al batallón de infantería. Sólo faltaba que conquistaras un fuerte sin llevarme contigo a la batalla :)

Corina Dávalos dijo...

Castri, ¡lo del juego está hecho! avisa cuando vengas a sitiar Pamplona.

¡Feliz Navidad!