lunes, 7 de abril de 2008

Pajaritos

Con la primavera, las gentes se lanzan a las calles (incluso en Pamplona). También los pájaros. Hay cada pájaro en la calle... y en el cielo. Los pardillos, con su pechera afresada, los pequeños herrerillos, hasta los gorriones pardos parece que tienen más gracia en contraste con el verde nuevo de los sauces. Hasta hace unos meses los pájaros me gustaban. Me hacían reír las urracas con sus meneos de cabeza y sus saltitos desconfiados mientras. No te quitan el ojo de encima. O los mirlos, tan elegantones, de negro entero, con su toque de naranja intenso en el pico. (¿Qué dirán, cuando trinan!) Los patos sólo pasaron con su vuelo concentrado, ágil y rasante, como recordando la urgencia de llegar pronto, sin distracciones ni descansos, al lugar donde les aguarda el calor.

Y luego están los pájaros exóticos, que sólo se dejan ver muy de vez en cuando. ¡Y qué sorpresa!Hace unos días tuve el gusto de conocer a una abubilla, la mar de salada. Andaba (literalmente) entre las hierbas altas de una terraza de la Ciudadela. La cresta parecía un penacho de película, de esas antiguas de indios y vaqueros. No echó a volar enseguida. Se dejó mirar. Siguió andando muy erguida como una pájara coqueta. Le di las gracias por el detalle y sin más preámbulo se echó a volar. La he encontrado en google y agradecí que se fuera, porque además del colorido, es famosa por su fetidez y su presencia en la tradición literaria de oriente y occidente. Os dejo la foto. ¿A que es una maravilla!

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