A las 10.55 de la mañana salí de mi despacho. Ese despacho de ventanales amplios de los que hablaba el otro día, cuando no imaginaba el aspecto desolador que dejaría ver unos días más tarde. Iba a rezar. Tengo por costumbre hacerlo todas las mañanas, a primera hora, pero hoy no escuché el despertador y lo tenía aún pendiente. La Universidad de Navarra es una universidad de inspiración cristiana. De respiración cristiana, diría yo. En cada edificio hay un pequeño oratorio en el que siempre se reserva al Santísimo. Profesores, empleados y alumnos pueden asistir a Misa o pasar allí unos minutos de tranquilidad para"hablar con quien sabemos nos ama", que decía Teresa de Ávila.
Rezar. Eso iba a hacer yo. En mi edificio empezaría la Misa a las 11, así que pensé acercarme a otro oratorio del campus. ¿A dónde voy? ¿Al Edificio Central o a Comunicación? Voy a Comunicación -pienso- y así paso luego un momento a Nuestro Tiempo a ver a mi amiga Sonsoles. Salgo y empiezo a andar con calma, por la explanada de Comunicación arrebujada en mi abrigo y sosteniendo un paraguas. De pronto un golpe. Un estruendo que se siente hasta las vísceras. Un temblor. Sé que es una bomba. Es la misma sensación de hace seis años. Me vuelvo y veo la columna de humo que se levanta, opaca, amenazante desde la zona del Edificio Central.
No tuve miedo por mí. Me entraron unas ganas inmensas de llorar al pensar los destrozos que podría encontrarme. Tardé unos 40 segundos en llegar a la explanada de la Biblioteca Antigua y ver los coches ardiendo, las ventanas rotas, cristales y un silencio sobrecogedor. "No han avisado", pienso. La vez anterior dio tiempo a acordonar la zona. Esta vez no. No han avisado. "No saben lo que hacen", perdona, porque es evidente, viendo lo que tengo delante, que no saben lo que hacen.
Van saliendo poco a poco la gente del Edificio de Bibliotecas. Miro la zona que arde: Oficinas Generales en pleno ajetreo, el aula 18 llena de alumnos, el Servicio de Personal, Tesorería; es decir, muchas, muchísimas personas. Algunas personas sangran, por los pequeños cortes que le han producido los cristales rotos por la onda expansiva. Sorpresa, dolor, asombro. Luego llegó la policía y acordonó la zona. Yo no vi nada más. Sólo volaba mi imaginación hacia las personas que conozco que podrían estar por allí. Estamos en el ojo del huracán y no se sabe nada. ¿Hay muertos?, ¿hay heridos graves? Nos vamos enterando poco a poco de que no ha habido daños personales de entidad. Me quedo tranquila. Eso es lo único que importa. Lo demás lo reconstruiremos, volveremos a trabajar, y volveremos todas las veces que haga falta. A trabajar por lo que creemos. Y ahora ¿qué hacer? Pues con más razón, a lo que iba. Rezar. En primer lugar por los que han puesto la bomba. Y dar gracias. Qué menos.
15 comentarios:
Te he llamado. Ya me quedo tranquila. Rezo por todos. Un abrazo grande.
He acudido a las ráfagas en cuanto he podido porque en seguida he pensado en tí. Gracias por el texto y por dejarnos algo más tranquilos.
Un abrazo
Qué horror! me acabo de enterar! espero que todos los tuyos estén muy bien.
Un gran abrazo desde Chile
Y tanto que seguimos. Abrazote
Un abrazo.
uf! y eso a rezar, perdonar y a trabajar, vamos a trabajar mucho, tenlo por seguro
Mil gracias a todos por vuestra solidaridad. De verdad. He estado esta tarde en la zona del atentado y todavía humeaba. Impresiona mucho, pero impresiona aún más cómo nos ha protegido el Cielo. Es un auténtico milagro que no haya habido muertos o heridos graves. Lo dicho, dar gracias y trabajar. Como dice Rosa F.U. recordando al Quijote: "Ladran, luego cabalgamos". Es un honor ser molesto para los violentos. Nos sitúa en las antípodas de su postura. Nuevamente gracias a todos.
¡Gracias por haber escrito justo hoy!
Ayer pensé en ti. Te llamé. Hablé con Sonsoles. Estoy con vosotros.
Me llamó mi padre sobre las 12:00 para que no me asustara haciéndome saber que mis hermanos estaban bien. A Jaime le pilló también a pocos metros de distancia.
¿Y qué decir? Pues que cada vez soy más fan de la Providencia. (En el Correo Digital -edición Vizcaya, la que me corresponde- dicen que fue el azar. Ellos tampoco saben).
Gracias por perdonar. Y por rezar. y por seguir adelante, con más ganas. Un fuerte abrazo, y recuerdos a F.U. y cía. Qué alegría saber que estáis bien. ¡Qué alegría!
Maca Guinea
Desde Barcelona, un abrazo.
Pues ya sabes, Ana o´clock, en caso de duda, ven siempre a verme. ¿Cuándo lo celebramos?
No tuviste miedo por ti? Pero yo si y por una vez reze. Pero que pena, no rezo por los que pusieron la bomba ni entendere nunca porque hacerlo. Tampoco entiendo por que pusieron una bomba en Pamploma y en la universidad. Por que???? Que hizo la universidad para ser un blanco para unos locos...berracos? Despues, donde? Leira? ... Lourdes?
Te cuidan Piojito... Te cuidan muchos...
Solo he oído milagros. Han sido todo milagros, tanta casualidad es imposible. Momentos de dar gracias a Dios porque nos ha cuidado especialmente. Y como dices, y como decía el rector, a trabajar como siempre y sin rencor
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