martes, 25 de noviembre de 2008

Ama(n)sador

El poeta -como el panadero- emplea el tiempo en amasar, con dedicación y esmero, las palabras. Se requiere que la belleza actúe en el interior (Adaldrida dixit) como una levadura. El resultado, como casi siempre, depende del grado de sensibilidad (o perfeccionismo) del amasador. Para juntar las palabras en un verso (no se diga en un poema, y ya no os quiero contar en un libro) de modo que quede crujiente y tierno, agradable a los ojos, al paladar delicado, que tenga aroma, sal (o salero) en su punto, y por supuesto, que no quede ni el más leve vestigio de grumos de impaciencia (del poeta y del verso); hacen falta madrugadas y madrugones, poner las manos sobre la pasta informe de polvo y agua, de emoción y letra, hasta ir consiguiendo que fluya entre las manos como una rítmica danza.

Y, a pesar de la metáfora, qué poco tiene que ver la poesía con las masas...

4 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

Gran media verónica final. Y buena metáfora, a pesar de todo. A mí, por razones biográficas (mi abuela tenía una panadería) me ha encantado, naturalmente.

Corina Dávalos dijo...

Me alegra que te gustara y gracias por el comentario. a mí por razones biográficas me ha gustado lo de la media verónica...esas metáforas nunca pinchan en hueso.

Adaldrida dijo...

genial, Anacó. Pablo Moreno tiene un poema sobre el pan candeal que es una maravilla. Me gustan las panaderías, como se decía antes "despacho de pan".

Isabel Colette dijo...

Realmente es una metáfora deliciosa... en el sentido figurado y en el no figurado.

Qué fácil es escribir, y qué difícil que lo escrito esté en su punto!

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