martes, 20 de enero de 2009

Lecturas

Con el año nuevo me he propuesto poner un poco de orden en mis lecturas, o al menos intentarlo. Mis lagunas literarias son inmensas, algunas. Otras son más bien pequeños charcos que entorpecen el camino y me obligan muchas veces a dar grandes rodeos para llegar hasta donde quería. Y eso si llego. Siempre me he preguntado con curiosidad qué orden han seguido -si han seguido alguno- los buenos lectores antes de llegar a serlo. O por ponerlo de otra manera: ¿han llegado a ser buenos lectores porque el azar les puso delante grandes obras que ellos supieron aprovechar o por el contrario algo así como una platónica reminisencia les empujaba a elegir bien sus lecturas?

En los últimos años he visto de todo: gente que afirma que sus lecturas las han guiado los propios libros proponiéndoles un sólido mundo intertextual y gente que lee prácticamente todo lo que cae en sus manos y, aún así, es capaz de valorar lo que merece la pena y lo que no. Y eso sin contar con las dificultades propias que conlleva lograr una lectura provechosa y las limitaciones de tiempo. A veces me encuentro libros que piden una relectura infinita. Otros en cambio exigen un diálogo con otras obras que resultaría igualmente ilimitado.

Todo esto daba vueltas a mi cabeza mientras preparaba mi "lista de libros". Al fin he optado por un criterio histórico. Comenzar por el comienzo. Autores latinos. Y seguir la cadena. Con suerte llegaré a vieja más o menos a la altura del renacimiento. No será mala idea a esas alturas darle vuelta a la idea de renacer, y por un acaso, una visita anticipada al Cielo, el Purgatorio y el Infierno, antes de que se acabe el tiempo para estrenar mi personal comedia.

7 comentarios:

molinos dijo...

Si te sirve de ayuda yo leo sin método. Los libros me asaltan, en la libreria y en la biblioteca. Hay cosas que ya sé que no quiero leer y otras que sé que no quiero releer, porque no me gustaron o porque me gustaron tanto que no quiero perder ese recuerdo.
Sobre lecturas no vale tener nada preconcebido. Siempre pensé que cuando fuera una madre trabajadora a tiempo completo no tendría tiempo de leer...y resulta que leo más que nunca.

Asi que nada, a leer y disfrutar.

Saludos

Anónimo dijo...

Pues yo estoy procurando seguir un método que consiste en intentar leer cuatro libros al mes. Sin agobios. El año pasado casi lo consigo.

Hay meses que leo más y compenso los que leo menos. Tengo una lista enorme de libros que voy modificando. Al final está resultando que de esos cuatro libros uno suele ser de ensayo, otro de actualidad, generalmente periodístico -motivada por las críticas que tengo que hacer-, otro clásico y otro de narrativa contemporánea de calidad.

Este mes, por ejemplo, he leído "La Metamorfosis" de Kafka (una laguna cubierta), "Reflexiones de un juez de menores" (de Emilio Calatayud, flojito pero necesario para un reportaje que estoy preparando) y estoy a punto de terminar "Agua de Noria", novela de Jiménez Lozano, y "Dios salve la razón" (ensayo). Me está gustando el resultado. No sé si te ayuda en algo.

Anónimo dijo...

¡Ojalá que no termines cómo yo! Empecé como tú, pero me di cuenta que iba olvidando todo; por fin, decidí seguir leyendo unas cuántas obras---siempre las mismas--sin fin. Tengo unos muy buenos "amigos," y el resto es--no el vacio--... un mundo casi humano cuya presencia tiene una importancia primordial.

E. G-Máiquez dijo...

El final de tu entrada es glorioso, en todos los sentidos.

El método batiscafo, aunque no incluya la poesía en su cuarteto, ay, es, desde mi experiencia, muy aconsejable. No preocuparse tanto por qué libros (que decida el último que has leído, o un amigo, o el director de un periódico que te pide una reseña) sino del cuánto, que es ahí donde tenemos que luchar contra las continuas distracciones.

Y mucho snobismo, por supuesto. No leer nada mediocre (salvo los míos, ojo), que la vida es corta, el arte largo y etc.

Anónimo dijo...

Pues, yo suelo olvidar lo que leo. Con el tiempo te acostumbras a que la memoria seleccione lo que más te agrada, una especie de memoria sentimental o emotiva, ya que no se borra lo que te produjo cierto placer. Como alguna novela de Vladimir Nabokov o un poema de Víctor Botas o una frase de Muerte entre las flores, por poner un ejemplo. El gusto propio es como un auténtico puzzle.

Anónimo dijo...

Ayayay! Lo prometo. Prometo incluir poesía. No creas, está en mi horizonte, pero cierto es que el año pasado me pudo más la prosa. EGM... ¿mediocre tú?

Corina Dávalos dijo...

Os agradezco muchísimo los comentarios y los valiosos consejos. Tras leer vuestras opiniones he matizado mi decisión:

Cris, mil gracias por la idea, me parece un ritmo exigente, que como remarca Enrique, es fundamental. Por tanto, ya me habéis resuelto el cuánto (siempre con flexibilidad, claro)

Me gusta la idea de tener varios géneros en danza, una vez al mes iré a algún "histórico de cabecera", por supuesto poesía, ensayo y novela serían los otros tres. Entre esos se incluye relecturas, como sugiere el anónimo, título no preconcebidos como sugiere Molinos y siempre, como aconseja Enrique, con altura o snobismo, aunque haya que incluir, de vez en cuando, un manual gordo que ayude a comprender mejor lo que se lee. O mejor aún, un café para hablar con un lector avezado.

Y estoy con Cristina, Enrique: ¿mediocre tú? ¡Anda!...
Gracias a todos amigos y anónimos.

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