En otros terrenos soy capaz de lanzarme a la lucha con audacia caballeresca, en los terrenos de la pereza, no. Y me viene muy bien la picaresca como alternativa. Estaba cavilando acerca de cómo aprovechar mejor las distracciones para escribir. Cuando veo una serie en el ordenador y me aburro, empiezan a venir las ideas en cascada. Si cojo el ordenador para abrir un documento y quito la serie, las ideas huyen.
He recordado que mi madre tiene un teclado para su tablet que no usa nunca. Voy a por el teclado y lo conecto a mi IPad. ¡Funciona! Pongo la serie. Mientras trato de pillar nuevamente el hilo de la trama, empiezan a venir las ideas. Yo estoy lista para recibir a estas intrusas invitadas y empiezo a teclear. ¡También funciona!
El bisbiseo ininteligible del protagonista amortigua el ruido de la calle y me distrae de la distracción. Dante levanta la cabeza, mira con desconfianza al nuevo artefacto y se tumba nuevamente a mis pies con resignación. Yo sigo tecleando. Un poema titulado Matrioska empieza a tomar forma. No tengo prisa por terminarlo hoy. Ya habrán horas en blanco por el insomnio y series que inviten a las intrusas. A mí me basta con encontrar una nueva táctica y celebrar, a toro pasado, la herencia hispana de la picaresca. Es un magnífico lazarillo para mi cobardía.
2 comentarios:
El texto es excelente. Me parece que el pícaro, en efecto, también necesita su vindicación hispánica. Mil gracias. Hablando de inspiración, yo, cuando me desespero de no escribir poesía, fantaseo con la idea de empezar una oposición a notarías.
Tú, excelencia hasta para fantasear. Yo me quedo en que me toque la lotería ;)
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