La escritura es un fenómeno fascinante. O al menos lo es para mí; fasinante y enigmático. ¿Qué nos empuja a poner los pensamientos, emociones, deseos, vivencias por escrito?, ¿es siempre la escritura una acción comunicativa?, ¿escribimos por algo o para algo, o ambas cosas? Poco a poco dejaré caer respuestas que voy encontrando y preguntas que surgen de las nuevas respuestas... y así. Y para abrir boca empiezo con una idea de Gabriela Mistral, el séptimo precepto de su Decálogo del artista:
"Tu belleza se llamará también misericordia, y consolará el corazón de los hombres."
10 comentarios:
Voy a echarle un poco de esa tanta desvergüenza y te recordaré, para tus respuestas, el Camino 467:
Libros. --Extendí la mano, como un pobrecito de Cristo, y pedí libros. ¡Libros!
[...]
¡y me llevé cada chasco!
--¿Por qué no entienden, Jesús, la honda caridad cristiana de esa limosna, más eficaz que dar pan de buen trigo?
Y esta desvergüenza me recuerda otra, una petición del mismo autor (Forja, Presentación):
"A pesar de sentirme vacío de virtud y de ciencia (la humildad es la verdad..., sin garabato), querría escribir unos libros de fuego, que corrieran por el mundo como llama viva, prendiendo su luz y su calor en los hombres, convirtiendo los pobres corazones en brasas, para ofrecerlos a Jesús como rubíes de su corona de Rey"
"Libro de fuego" es otro título espléndido. Hay que echarle también desvergüenza, pero está muy bien...
Desde mi ignorancia opino que escribimos por muchos motivos. Uno de ellos, y quizá el más sano y curativo, es escribir porque ya no nos cabe más dentro. Como quien vomita.
Ensañarse contra un papel y la pluma como espada cuando en nuestra batalla interior algo nos tortura.
La escritura puede ser como un narcótico que usamos para passar un mal trago: vale, hay que sufrir, perom mi esfuerzo en esta batalla no se quedará conmigo. Habrá un buen poema o un insolente ensayo que lo inmortalice.
Anacó, me gusta este lugar, pero no estoy a la altura. Aún asi, y hasta que no me lo prohibas, seguiré visitándolo y escribiendo, pero siempre desde mi ignorancia.
Escribimos para dar, para compartir, luego en última instancia escribimos por amor (amor=donación).
De acuerdo, Dal, pero no siempre, hay escritos que revelan sentimientos menos nobles. Quizá lo que dice Ester sea una posible respuesta, buscamos que nuestras escaramuzas se decanten en algo más fecundo. Pero sigo con la duda, ¿por qué sacarlas fuera? ¿qué ganamos?
Ah! y Ester, no hace falta que te diga que eres siempre calurosamente bienvenida a estar y ecribir aquí cuantas veces quieras.
De mi aun más gran ignorancia, cómo no tengo palabras o ideas mías, ofrezco las palabras de Unamuno: "Y cuando escribo no escribo cosas; no hago más que escribir. Cuando siento por dentro la música de la soledad, tomo la pluma y la dejo correr sobre el papel, y voy gozando tristemente con las sorpresas que me da ...."
Y por qué se deja de escribir? Carmen Martín Gaite decía que todo escritor busca un interlocutor.
Insisto ¿por qué uno deja de escribir? ¿qué le frena? ¿no será que las palabras le resultan pobres para decir lo que quiere decir y a quien se lo quiere decir? Como dice el profesor Nubiola ¿escribimos para que nos quieran? o ¿para no estar solos,digo yo?
¡Jacin, la gente a veces no escribe porque no tiene o no encuentra tiempo! ¿Quién de nosotros tiene varias horas seguidas para escribir a lo Flaubert? Si alguno me contradice se lo agradeceré mucho.
A veces no se puede escribir porque lo que se quiere decir aún no está maduro en el interior, de modo que la expresión se dificulta. Otras veces pude ser cobardía, no querer afrontar esas cosas que nos inquietan de las que hablaba Ester. Y el tiempo...no sé si es un obstáculo, tal vez para la cantidad pero no para la calidad. 10 minutos bien aprovechados, un día y otro quizá...eso tiene además una ventaja: te distancia de lo que escribes y cuando vuelves puedes ser más objetiva a la hora de corregir.
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