El asombro sólo nace
acunado en el silencio:
sin nombres, ni adjetivos; sin adverbios.
Y nos basta el verbo puro
para inventar un mundo y su misterio.
Ahora que lo sabemos, callamos.
La ausencia de palabras nos oculta
y nos halla a la vez, como en un juego,
de voces inaudibles que conjugan
su querer, en todo tiempo.
martes, 18 de diciembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
-
A menudo, cuando se habla de la familia, se presenta un modelo ideal. Y está muy bien manejar arquetipos, historias y ejemplos dignos de i...
-
A las 10.55 de la mañana salí de mi despacho. Ese despacho de ventanales amplios de los que hablaba el otro día , cuando no imaginaba el asp...
-
De la conferencia que la escritora Reyes Calderón dio durante el acto de entrega de premios del concurso de Relato Corto de la Universidad...
5 comentarios:
Hay algunos titubeos métricos, pero muchos aciertos indudables.
"Nos basta el verbo puro", por ejemplo, que es estupendo.
Gracias por el comentario, Enrique. Como ves, los titubeos continúan.
Titubear es el oficio del poeta.
¡Qué consuelo!
Le recomiendo una canción: "Si se callase el ruido", del último disco de Ismael Serrano.
Publicar un comentario