Por la noche, los ciervos del Parque de La Taconera se reúnen debajo de un ciprés piramidal mullido y muy alto. La escena es enternecedora. Todos se agrupan alrededor del ciervo mayor, que sostiene sobre la cabeza erguida y serena una cornamenta de al menos doce puntas. Uno de los puntos de luz que ilumina el parque los alumbra directamente. Si se les observa de lado, la luz realza los perfiles y dibuja un maravilloso cuadro de claroscuros. Todos miran fijamente a la luz, como figuritas de un Belén vivo, y permanecen expectantes a que la luz los sorprenda. Yo procuro acercarme de vez en cuando al foso de los ciervos, a ver si se me pega un poco esa actitud, a las puertas de la Navidad.
lunes, 10 de diciembre de 2007
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2 comentarios:
Y qué me dices de las ocas?? Así las tratas?? No me extraña que ayer se pusieran tan farrucas, jejeje...
¡Qué alivio volver a leerte! El foso de los ciervos es uno de mis lugares preferidos de Pamplona. Dales recuerdos de mi parte.
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