martes, 8 de enero de 2008

Ortodoxia

Me busco excusas muy malas para mi proverbial impuntualidad. Si llego una hora más tarde, es que voy con Canarias. Si llego dos semanas más tarde es por pura ortodoxia, que celebraban la navidad ayer, cuando las prisas latinas nos empujan hasta la puerta de salida para despedir hasta al último pastor de nuestros belenes.
Este año que tengo muy buenas excusas no voy a esgrimir ninguna. No he escrito ni un mal tarjetón, ni un mail, ni tan siquiera un humilde sms para felicitar la navidad y el nuevo año. Pero no miento si digo que he llevado a mis amigos/as en el corazón durante las fiestas. Y queda bien decirlo pero muy mal hacerlo.
Mientras escribo estas líneas me río al recordar la reconvención de una conocida mía que murió después de una larga enfermedad. Cuando se encontraba con alguien que piadosamente le decía, que, aunque no había ido a visitarla, había rezado constantemente por ella, la otra le respondía -sin resentimento- que se lo agradecía infinitamente, pero que en adelante dejara de tratarla como si fuese ya un alma del purgatorio, y que apareciera por su casa de vez en cuando.
No sobra en todo caso desearos un buen año. Y por aquello de que el blogg y yo volvemos a la vida, aquí dejo un poema para estrenar el 2008.
Escatología
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¡Qué terca la vida siempre!,
no me cabe, por ello, duda alguna
que resucitaremos un buen día
¡por fin! tras tanta muerte sucesiva.
La vida sube terca como hiedra
incluso entre las rocas afiladas
del tedio, del sopor y la amargura.
Y eso que son pocos todavía
los años de pelea, pero bastan:
la vida se levanta siempre en punto,
a diario para ser otra vez muerte
subiendo por encima de las nubes,
de tumbas que ha cavado la tristeza.

Me he muerto tantas veces y me quedan
tantas muertes que pasar, nunca se gastan
las vidas que he escondido en el bolsillo.
La savia de la hiedra se renueva
constante y tercamente vuelve siempre
a darle nuevo aliento a aquellos cuerpos
que entierro siete veces cada día.
Me encuentro a cada paso por la calle
cadáveres que yo misma he matado,
con una puñalada y aún respiran
incluso aquellos muertos de la infancia,
jugando fuera de su sepultura.

Pero es terca la vida y sé seguro
que un día volveré a jugar con ellos.
Serán entonces muertos apacibles
igual que los cachorros de las fieras.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Por esto, merece la pena la espera y la ausencia. ¡Feliz Año!

¡Qué fuerza tiene el poema! Hay, sin embargo, algunos versos que quizá perjudican el ritmo. Hablo sólo de oído y probablemente me equivoque:

Desde "y eso que son pocos" hasta "la tristeza"

"Nunca se gasta las vidas que he escondido en el bolsillo"

Corina Dávalos dijo...

Gracias Cris, Feliz año también!
A mí el "y eso que son pocos" tampoco me convence, volveré sobre el poema en cuanto pueda.
Espero que los reyes se hayan portado!

Carlos RM dijo...

AnaCó, cuando llegues con una hora de retraso acuérdate de mí; y cuando pierdas esa hora en el aire (luego la devuelven) y vengas a Canarias, llámame. Feliz año.

Corina Dávalos dijo...

Ya me gustaría tener que perder una hora viajando a Canarias. Y cuando la pierda sin moverme de la península, por supuesto, haré este memento insulae! Saludos!

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