jueves, 5 de febrero de 2009

Intermezzo


Avanza febrero. Dura menos que los otros meses, dos días son dos días, y me anima pensar que la primavera no anda lejos. Los árboles no tienen el color desgastado y seco del comienzo del invierno, ya está la vida empujando desde dentro, como pidiendo un poco de notoriedad antes de que irrumpa el gran estreno. Se alarga la luz. También el temporal ofrece treguas y cuando agita la brisa su banderita blanca, vuelvo a experimentar la alegría indecible que provoca el azul del cielo. Luego vuelven las nubes. Llueve sobre las aceras y los parques. Se me llenan los bajos de barro, los paraguas dejan que me empape al asalto una lluvia peculiar. Y aunque se esconda el sol, otra vez, por una temporada, yo ya he sido feliz. ¡Y cómo se alargan esos instantes!

(*) Es curioso el singular mundo de sentimientos que suscitan las estaciones y los cambios de tiempo. ¿Está fuera o están dentro? Paul Ricoeur decía que las dos cosas a la vez: "El paisaje es el risueño y yo soy el que está alegre".

4 comentarios:

molinos dijo...

Me hace gracia porque somos totalmente contrarias. A mi me da pena que se acabe el invierno, que los días se hagan más largos, que haya que guardar los jerseys..veo en el horizonte la primavera y me deprimo.

En fin, para gustos los colores y las estaciones.

Eso si, no me quejo..está siendo un invierno " muy invierno"..y con suerte todavía falte que nieve más.

Corina Dávalos dijo...

Sí, a mí también me resulta simpático, porque somos muy distintas y sin embargo te leo, me lees...y para este fin de semana parece que tendrás una nevada como Dios manda. Aquí están los montes blancos y el cielo arremolinado de nubes en todos los tonos imaginables de gris. Todavía te queda invierno, después ya te consolaré yo, jeje.

Isabel Colette dijo...

Creo que soy más del tipo Molinos... nieve y noches largas^^.

Es que siempre me ha parecido que lo de la primavera es un engaño, aquí hace el mismo frío y aún más lluvia, y como es ciudad, lo de las flores sólo se ve en los estampados.

Pero bueno, para qué engañarnos, si con que un rayo de sol me caliente la nariz ya soy feliz para el resto del día...

Luego llega el verano, con sus noches cálidas en el tejado...

Adaldrida dijo...

A, Señor, estás "entesinada"... Jajajajaj, me acuerdo tanto de esa época, cuando yo veía a Calderón por todas partes... ¡hasta en Pampaluna!

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