Lo bueno de hacer una tesis es que el horario de trabajo se lo guisa uno y -con suerte- se lo come tras haber esquivado el peligro de empacho o inanición. Tengo el tiempo como una baraja entre mis manos y a menudo acabo con él haciendo trampas, incluso cuando juego al solitario.
Hace unos días leí en la entrada 1000 de un buen amigo, que con el blog ha podido ser escritor a diario y no sólo de pascuas a ramos. Unos días más tarde leía un artículo sobre Flannery O'Connor en el que la autora contaba el momento en que Flannery decidió escribir un número determinado de horas cada día, a hora fija y cuánto le ayudó esa disciplina. Recordé también el consejo de Paco Sánchez en mis primeros años universitarios: para aprender a escribir hay que leer mucho, y escribir al menos 500 palabras diarias (¿o eran 2000?). En fin, que buenos ejemplos y consejos no me faltan... me falta ese no sé qué que me empujaba a querer decir algo. Quizá un día de estos aparecerá una entrada como de final de cuento: y a partir de aquel día, se quedó muda.
Hace unos días leí en la entrada 1000 de un buen amigo, que con el blog ha podido ser escritor a diario y no sólo de pascuas a ramos. Unos días más tarde leía un artículo sobre Flannery O'Connor en el que la autora contaba el momento en que Flannery decidió escribir un número determinado de horas cada día, a hora fija y cuánto le ayudó esa disciplina. Recordé también el consejo de Paco Sánchez en mis primeros años universitarios: para aprender a escribir hay que leer mucho, y escribir al menos 500 palabras diarias (¿o eran 2000?). En fin, que buenos ejemplos y consejos no me faltan... me falta ese no sé qué que me empujaba a querer decir algo. Quizá un día de estos aparecerá una entrada como de final de cuento: y a partir de aquel día, se quedó muda.
11 comentarios:
Gracias por decirlo.
Me hizo sonreír el tono dietético del comienzo. Yo estoy más cercana al peligro de la inanición apenas me descuide, y me consuelo pensando que una vez me dijeron en tu país que haré mi tesis en lonchas, no en tacos... (¿se podrá así? ¡Ya me voy olvidando de la jerga hispánica!). Ninguna loncha de éstas ha logrado entrar en la categoría de rutinaria (imposible aplicarles algunos consejos estándar, aunque está bien que los recuerdes), con lo cual confío que el resultado será más sabroso aún: ¡ñam!
Constanza, mil gracias por tu comentario. Ayer al leerlo de repente caí en que tengo algo para ti desde hace tiempo y aún no lo he enviado. ¡La memoria!Ánimo con la tesis, ojalá nos visites pronto.
Evidentemente, para escribir hay que querer decir o, mejor incluso, tener algo que decir; de lo contrario, la escritura se puede convertir en un juego de artificios, vacío. Por supuesto, la disciplina (en esto como en todo) es impresindible. Y por ello, "obligarse" a escribir suele ser positivo. Los frutos, con el tiempo (como las medallas olímpicas). Un abrazo.
Gracias por los ánimos Juan Antonio. Espero escribir pronto otra entrada acerca de lo que comentas: lo importante es tener qué decir. ¡Saludos!
Gracias a vos!
Tienes muchísimo talento y mucho que decir--entonces, coraje! Sigue saying.
Gracias al anónimo. Me gusta la paklabra que ha utilizado: ¡coraje!
Debe ser una plaga. A mí también me falta ese nosequé.
Nada, Cris hay que encontrarlo ¡debajo de las piedras!
El consejo era, en realidad, de un profesor a Walter Lippmann en Harvard. Pero muchas gracias por recordarlo.
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