Hace tiempo que pasó la moda de los blogs. Lo bueno es que, poco a poco, el tiempo empieza a convertirlos en un clásico, con esa pinta vintage que tanto gusta ahora. Aquí empezamos a escribir muchos. Encontramos amistades, afinidades, dificultades y escollos que nos pulieron, como personas y como escritores. Como observadores de la vida para contarla.
Cuando cerré este blog en 2011, pensé que nunca más volvería a abrirlo. Se me pasó por la cabeza, alguna vez, hacer una selección de entradas que pudiesen aspirar a ser libro. En otro momento, se me ocurrió reabrirlo tras editarlo sin piedad, para que no se notara tanto el proceso de la aprendiz de bloguera, poeta, escritora, filósofa y a saber qué más; que se desnuda cuando escribe. El año pasado, aprendí que siempre seré aprendiz y que, por tanto, no pasaría nada si se notase. Es más, si se nota, mejor.
De modo que hoy, diez años después, decidí restaurarlo tal como era. Ya lo había reabierto, con trampa. Había conservado el envoltorio y escondido el regalo. Guardé como borrador todas las entradas y empecé a escribir con la ilusión (en sus dos acepciones) del tener un cuaderno en blanco, un presente sin pasado. Hoy queda todo expuesto y me gusta más. Con borrones, con hojas arrugadas y comentarios al margen. Usado, visitado, resucitado.
4 comentarios:
Corina estoy ansioso por leer tus entradas, tenes puntos de vista muy interesantes, gracias por regalarnos un poquito de vos.
Mocho
Gracias por ser siempre aprendiz. ¡ Lo seré ahora!, ¡también!, ¡contigo!
Cerca de los cincuenta... ¡siempre balbuceando!
Vamos por un drink!!!...felicitaciones por este nuevo reinicio!!!
¡Gracias, Mocho, María, Santi! Sois unos lectores de lujo.
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