miércoles, 4 de marzo de 2009

CAP

Después de dos semanas de sol, las tormentas vuelven al norte. Y yo, como siempre, me apunto a mi personal naufragio en un vaso de agua. Para hacerlo verosímil dibujo olas gigantes mientras se disuelve un Espidifén y me hago la ilusión de que sobrevivo sobre un cascarón de nuez en la mar embravecida. Y todo por menos de nada. Esta semana la consagro a los trabajos del CAP y me sorprendo a mí misma echando mano sin piedad, con la derecha del remo de la locuacidad y con la izquierda del remo de la retórica. Sólo creo que hay una cosa peor que dedicarme a esto durante tres días: dedicarme a esto durante todo un año (que es lo que durará el nuevo máster de enseñanza.) En fin, que sin ofender, para gustos las carreras. Pero tanto PEC, tanto CAP y tanto papeleo aturde, seguro, hasta al más pintado. Tácticas de demolición intelectual, las llamo yo. Cada vez me convence más la sana inseguridad de los trabajos freelance y la independencia de los dictatoriales dictados de los ministerios (y ese sutil método de tortura que es el ahorcamiento por trámites y papeleo inútil. Por ahora sigue fuera del código penal... ya se verá.) Quizá Amnistía Internacional vuelva a nosotros sus ojos. Yo vuelvo a mi vaso de tormenta diluida y a los capítulos de El Adolescente y sus Retos que sirven también para la crisis de los 30. En fin, al lío. Y que Dios nos guarde de la burocracia. No por casualidad me toca terminar los trabajos en plena Cuaresma; sírvanme de penitencia...

3 comentarios:

molinos dijo...

Ánimo.
Yo sería incapaz.

Corina Dávalos dijo...

¡Gracias! Yo estoy dudando de si seré capaz...pero como lo he pagado y un año sería devastador, quizá me sirva de motivación suficiente.

Raquel Cascales dijo...

Para penitencia la burocracia que nos llega al cuello cada vez más. Gracias por darnos un poco de aire. ¡Ánimo!

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