Después de dos semanas de sol, las tormentas vuelven al norte. Y yo, como siempre, me apunto a mi personal naufragio en un vaso de agua. Para hacerlo verosímil dibujo olas gigantes mientras se disuelve un Espidifén y me hago la ilusión de que sobrevivo sobre un cascarón de nuez en la mar embravecida. Y todo por menos de nada. Esta semana la consagro a los trabajos del CAP y me sorprendo a mí misma echando mano sin piedad, con la derecha del remo de la locuacidad y con la izquierda del remo de la retórica. Sólo creo que hay una cosa peor que dedicarme a esto durante tres días: dedicarme a esto durante todo un año (que es lo que durará el nuevo máster de enseñanza.) En fin, que sin ofender, para gustos las carreras. Pero tanto PEC, tanto CAP y tanto papeleo aturde, seguro, hasta al más pintado. Tácticas de demolición intelectual, las llamo yo. Cada vez me convence más la sana inseguridad de los trabajos freelance y la independencia de los dictatoriales dictados de los ministerios (y ese sutil método de tortura que es el ahorcamiento por trámites y papeleo inútil. Por ahora sigue fuera del código penal... ya se verá.) Quizá Amnistía Internacional vuelva a nosotros sus ojos. Yo vuelvo a mi vaso de tormenta diluida y a los capítulos de El Adolescente y sus Retos que sirven también para la crisis de los 30. En fin, al lío. Y que Dios nos guarde de la burocracia. No por casualidad me toca terminar los trabajos en plena Cuaresma; sírvanme de penitencia...
miércoles, 4 de marzo de 2009
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3 comentarios:
Ánimo.
Yo sería incapaz.
¡Gracias! Yo estoy dudando de si seré capaz...pero como lo he pagado y un año sería devastador, quizá me sirva de motivación suficiente.
Para penitencia la burocracia que nos llega al cuello cada vez más. Gracias por darnos un poco de aire. ¡Ánimo!
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