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lunes, 11 de junio de 2007

Cotilleo formal

Hace un tiempo, cuando anuncié mi fallido régimen de entradas-sólo-los-viernes, Peter insistía en que quería fisgar en mi tesis. Yo que estoy todo el día fisgando en ella y tengo el blog como una burbuja de oxígeno, no quise contaminar mi único espacio sin tesis, sin ofrecer al menos un mínimo de resistencia.

Pero como pasa el tiempo, los plazos se acercan y mi dieta literaria se está reduciendo cada vez más a la bibliografía primaria y secundaria del trabajo de investigación, ha llegado el momento de mandar a paseo todas las precauciones contra la contaminación. Ya en este punto, las cuitas de la tesis se ponen más interesantes y cada vez me acerco más al meollito (el fenómeno de la moda visto desde la sociología de Simmel). En realidad, se podría decir que se trata de una especie de cotilleo formalizado. Pero no penséis que por eso es menos serio (a ver si me voy a cavar mi propia tumba.) Como dice Rafael Alvira, lo más fácil es lo más difícil, lo que parece más evidente es lo que menos evidencias brinda a la hora de desgajarlo filosóficamente: la frivolidad no es náda frívolo.

Dejo aquí una cita que compendia los intereses de Simmel y por tanto los míos, mientras dure la tesis. Intelectualmente voy con Simmel del ganchete y aunque a veces es un poco árido, hay días en que aprendo mucho de nuestras calladas conversaciones. Para que luego digan (y diga yo) que la vida académica no es vida.

"Los hombre se miran unos a otros, tienen celos mutuos, se escriben cartas, comen juntos, se son simpáticos o antipáticos, a parte de todo interé apreciable; el agradecimiento producido por la prestación altruista posee el poder de un lazo irrompible, un hombre le pregunta a otro en el camino, los hombre se arreglan y se visten unos para otros, y todas estas y mil otras relaciones omentáneas o duraderas, conscientes o inconscientes, efímeras o fecundas, que se dan entre persona y persona, y de las cuales se entresacan arbitrariamente estos ejemplos, nos ligan incesantemente unos con otros. (...) Estas son las acciones recíprocas que se producen entre los átomos de la sociedad".

Georg Simmel, Sociología I, Revista de Occidente, 1977, p.30

lunes, 4 de junio de 2007

Lunes lunático

Me decía mi D.T. que la tesis es, hoy por hoy, mi plataforma de entrenamiento, el trampolín necesario para la poesía. Lástima que no pueda presentarle al tribunal de la tesis los poemas con que intento refutar a Simmel. Seguro les convencerían más que muchos argumentos bien ordenados, con sus citas y el formato especificado -Times New Roman, doce, espacio medio, con índice y encuadernado-. No pasa nada, entregaré un trabajo argumentado y gris como manda el canon. Y si se portan bien, quizá les deje, como antídoto, un poemario.

sábado, 2 de junio de 2007

Descanso sabático

Con el sábado me sobreviene un humor quebradizo. No estamos plenamente en el descanso dominical, pero tampoco en el trajín de los días de labor. Se nota apenas un leve cambio de ritmo que suena a rumbas alegres por la mañana y a suave bachata cuando anochece. El trabajo intelectual exige silencio, una intensa y callada concentración. La música de la semana se reduce a los golpes incesantes de los dedos sobre el teclado, el taconeo lejano de las bibliotecarias y ese zip,zip,zip que escapa de los libros cuando se cambia de página. Por eso me gustan tanto los sábados, porque -aunque trabajo- mis dedicaciones y trajines bailan acompañados de otros sonidos. ¡Música! Bien decía Eugenio D'Ors: "¡Bienaventurada la tarea en que se puede cantar!"

Eugenio D'Ors, 100 Aforismos Ilustrados, Ed. Casariego, p.135

martes, 29 de mayo de 2007

Cavilaciones tras un año de bloggaventuras

Simmel suele hablar de cosas muy curiosas y sugerentes. Los títulos de algunos ensayos pueden servir como muestra: Puente y puerta, El asa, Las ruinas, El actor y la realidad, La aventura, La coquetería, El secreto, Sociología de la comida... y así podría seguir.

Si Simmel viviese, seguro que se interesaía por los bloggs. He tratado me encontrar algo sobre las citas a ciegas -otro fenómeno que me interesa últimamente- pero por ahora no he encontrado nada. Simmel quizá diría que es una forma de relación ambigua que navega entre los límites de la aventura, el secreto y la coquetería. (Aunque la coquetería estaría presente sólo en el caso de que la cita tuviese una connotación romántica, que no es sino un subtipo posible.) La aventura es una vivencia radical, un fragmento de la vida que reviste una significación de totalidad.
"El aventurero -dice Simmel- trata de lo incalculable de la vida de manera idéntica a como nosotros nos comportamos con lo totalmente calculable."
O sea, que el aventurero es un loco magnánimo o un calculador de sueños. En cualquier caso me gusta la definición. Y me gusta este modo de pensar la vida, como aventura.




martes, 22 de mayo de 2007

Variación

La vida te da sorpresas, como dice la canción. Andaba yo medio desconsolada porque mi trabajo de investigación se vuleve cada vez más posesivo. Reclama mi atención a todas horas, y en cuanto tengo un hueco libre, no soporta que lo llene con la compañía de nada que no sea él. La consecuencia obvia es que me ausento de otras compañías más halagadoras, agradables, atractivas y prometedoras. Y, ante mi actitud casquivana, éstas se van discretamente, para dejarme en paz con lo mío. Hace varias semanas que no oigo una palabra de mi buena amiga la música, de la temporada taurina lo último que supe es que estaba muy apenada por la cornada de Talavante. Pero lo peor de todo, es que de la musa recién estrenada, hace días que no sé nada, nada.

De repente el sábado por la mañana que -como va siendo costumbre- vine a hacerle una visita a mi tesina, me encontré en el ascensor a un sacerdote mayor muy sonriente. Yo aprovechaba los minutos de ascensor para leer La Pared Vertical, de Antonio Duque (y la razón de mi lectura, todo hay que decirlo, fue que donde dice Antonio,
¡ay!, yo leí Aquilino.) Llevaba además bajo el brazo, otros dos libros de poesía (que por suspuesto iba a esconder en la mochila en cuanto pusiera un pie en la planta de filosofía, para evitar el ataque de celos.) En estas estaba, cuando el sacerdote, muy educado preguntó:

- ¿Eres poeta?

Yo no pude evitar sonreír ante el abordaje lírico-místico y mientras dejaba de mirar a la pared, le respondí:

- Pues, lo intento.
- ¡Ah, no!: o se es o no se es.
- Pues entonces vamos a suponer que sí.
- En ese caso enhorabuena.
- ¡Gracias! -le digo, mientras las puertas de la cuarta planta se van abriendo-.
- Pues ya que eres poeta, escribe un soneto; yo te doy el tema.

Y yo, con mucha cara, pensando en vacunarme contra las sequías literarias, le respondí:

-Vale, pero sólo si usted reza para que la musa no me abandone. (Ahora el que se reía era él.)
-Bueno, ¡trato hecho!, me dijo.
-¿Y sobre qué quiere que escriba?
-Pues sobre esto: un encuentro fortuito en un ascensor en el que un cura viejo e insolente le manda a usted a escribir un soneto.

Dejé que se cerraran las puertas, y me fui a mi mesa radiante después de semejante encuentro. No sé si volveré a cruzarme con este sacerdote que me alegró la mañana del sábado. Pero como el trato era que lo escribiera, yo así lo hice. Y aunque no esté a la altura del episodio, lo dejo porque soy mujer de palabra. Y dicho esto me voy, que ya está otra vez el capítulo poniéndome caras y ya es hora de que le haga un poco de caso.

Encuentro fortuito


Un soneto me manda a hacer valiente,

un cura al que he encontrado por acaso.

Me vio en el ascensor -muy sonriente-

leyendo a unos autores del Parnaso.


En pleno viaje del tercero al cuarto

pregunta si de oficio soy poeta,

y, antes de que llegue yo a mi meta,

le digo que de intentos ya me harto.


Vamos llegando, voy hacia mi mesa,

bajo en la planta de filosofía.

Pero antes que me marche, él expresa


su petición con mucha simpatía.

"Escribe un soneto con este tema:

un cura insolente encarga un poema."




viernes, 18 de mayo de 2007

Tipografías

Esta semana le he dedicado un tiempo al antiguo arte del tipógrafo. El oficio ha cambiado mucho desde aquellos tiempos que cuenta Balzac en Las ilusiones perdidas. Entonces las linotipias, las letras de caja baja y caja alta, cada uno de los pequeños rasgos de las letras se abrazaban al papel para dejar plasmadas historias, anuncios y libelos, gracias al trabajo fatigoso del impresor. Cada una de las letras se labraban como pequeñas miniaturas escultóricas, con el mimo de las bordadoras de encajes.

En estos días me debatía entre distintas tipografías. Es como comprarle un traje al hombre invisible. Los pensamientos, además de llevar un orden discursivo, deben llevar complementos que destaquen su belleza. Hay que dar con el modelo que mejor le siente, que no se vea ni muy rechonchito ni muy delgado. Que tenga una apariencia elegante, que sepa dirigirse amablemente al lector, que no le hable ni muy bajito que no se pueda leer, ni tan alto que dé la impresión de estar agrandando sus opiniones.

En fin, que escribir es transitivo, incluso en estos detalles, y hay que cuidar del prójimo que leerá mi trabajo, por caridad y una pizca de interés. Que de sobre se sabe que un tribunal mira con buenos ojos, no sólo a los que regalan un buen jamón de jabugo, sino también a los que visten con elegancia sus trabajos, cuidando los detalles.

Todo esto venía a cuento, porque hasta ahora no había compartido con mis compañeros de fatigas en la tesis la página de metodología de Jaime Nubiola y Marta Torregrosa. Es un recurso que no se paga con dinero y que refleja esa finura de espíritu editorial de sus autores. Estoy segura de que os será muy útil, quizá encontréis las ilusiones que habíais perdido en una de las marañas oscuras en las que uno se adentra de vez en cuando mientras camina por la selva de la tesis.

jueves, 17 de mayo de 2007

Cazada al vuelo

Una frase de Simmel:

" I don't know which of these two shows man's vulgarity more: When he gets accustomed to ugliness or when he gets accustomed to beauty."




martes, 15 de mayo de 2007

Il cuore di Milano

"Circumdabant eam flores rosarum" reza la inscripción de una estatua de la Madonna. Dentro y fuera del Duomo circundan flores y gracias inimaginables para los flashes y las cámaras digitales de última generación. Esa clase de flores no reverberan como las velas alargadas a los pies de un Crucificado muerto y sereno, joven y apuesto, de facciones tan finas que el escultor no quiso ocultarlas detras de una barba poblada. Un Cristo limpio. Y debajo, un jardín de luciérnagas tintineantes que brillan para Él. Flores y gracias que no se oyen entre los murmullos de los turistas y los cliks de los obturadores. Algunas veces, se escapan y aparecen discretas como cuentas de rosarios: entre los turistas hay muchos que van deshojando pétalos uno a uno, yo me encontré a varios, rezando y releyendo su historia en los vitrales.

Hace años el Duomo estaba triste por fuera . Era un edificio oscuro y opaco, y no precisamente por venir de la Edad Media como reza la leyenda (negra), sino por los desmanes de la vida moderna. Ahora luce un color nuevo. La piedra restaurada ha quedado tan limpia como la piel joven del Cristo imberbe. Ver así la catedral me ha recordado la promesa de la tierra nueva. Si las piedras resplandecen de este modo cuando los hombres se empeñan en darles brillo y en rescatar su original esplendor, ¡cómo será cuando Dios restaure definitivamente la ontología del mundo!

domingo, 13 de mayo de 2007

Racconti da un viaggio a Milano (I)

Por un céntimo de euro pude ver el Mediterráneo desde las nubes. Los contornos soleados de Italia y sus salientes que, a modo de cordones flotantes, se extienden por el mar para recordarnos que Europa lleva botas como mandan sus inmemoriales tempos de fashion and style. Recordé con emoción la primera vez que vi tierra europea desde la ventanilla del avión. Aunque era septiembre, las puntas nevadas de los Alpes me recibieron erguidos, como los picos de nata en el escaparate de una inmensa gelatteria. Milán fue la puerta por la que Europa me invitó a entrar en sus dominios. Yo entonces era aún más caótica e ingenua que ahora, que ya es decir. Ni la gitana más intrépida se habría atrevido con tanto equipaje: no faltaban una guitarra y unos roller skates; amén de libros, ropa, zapatos y demás enseres que, quien ha vivido siempre en el trópico, imagina que necesitará para afrontar un invierno de verdad.

Andaba esta vez por la Estación Central de Milán con mi maletita de 40x30x15 -Ryan Air friendly-, y no pude evitar reírme recordando las andanzas de entonces. La estación está en obras y muy sucia, pero mantiene cierto encanto. El olor a café de
távola fredda y el sonsonete de cientos de conversaciones en italiano, como ritmos y señales de tribu urbana, hicieron las veces de anfitrión. Bajé las escaleras de la estación flanqueada por pabellones publicitarios que dan la bienvenida a la capital lombarda. ¡Écco, là!: il cuore del design, de las últimas tendencias y propuestas, de la última locura que se le ha ocurrido al último diseñador de primera, para resucitar algún diseño de los años 20 (o cualquier otra decena, tanto da). Pero a pesar de tanto empeño de marketing, el corazón de Milán palpita en otro lugar. Pero de eso hablaré en otra ocasión.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Fashion victim


Hay victimismos muy consoladores. La tesis conlleva, a veces, una carga muy llevadera. Estaré fuera unos días y espero volver con algo interesante que decir acerca de La moda y la estratificación social. O al menos, algo sobre el encanto de Milán.

viernes, 27 de abril de 2007

Premios

Voz:

He percibido la fragancia

efímera y seca del laurel,

rauda embriaguez de unos segundos.


Contravoz:

Busca el olor de la lucidez

tierna de los tallos profundos,

aroma nuevo de la raíz.






viernes, 30 de marzo de 2007

Anuncio

Tarde o temprano llegaría el momento. No soy capaz de cerrar esta casa, teniendo huéspedes y amigos tan entrañables que van y vienen por aquí. Pero como dice mi D.T., hay momentos en que hay que hacer como el hortelano y colocarle unas anteojeras al burro, para que no se distraiga de su trabajo con la noria. Vendré una vez a la semana a regar las flores, a ventilar las habitaciones, a quitar el polvo y -por supuesto- a charlar con vosotros, que es con diferencia lo mejor de esta casa en el aire: las visitas.

domingo, 11 de marzo de 2007

El nudo de la costura

Hoy pensaba llevaros a visitar un poema de Ernestina de Champourcin que me ha gustado a rabiar, pero al final he decidido dejarlo para otro día. ¿Por qué? Pues porque una tiene su corazoncito y me he dejado seducir por la inmediatez de la vida y un poema de Eloy Sánchez Rosillo. Apenas hace dos días que logré cerrar el primer capítulo de la tesina; muchos días más tarde de la fecha que marcaba mi escrupuloso calendario de producción. Así las cosas me encuentro con un poema que me saca una sonrisa y un rubor repentino. Quieto el poema en el libro, traspasa el tiempo y me deja con mis verdades al aire:

DICIEMBRE

Se acaba el año y casi nada hice
de lo que en este tiempo, vagamente,
me había propuesto hacer. Pero escribí
unos cuantos poemas.
--------------------------(Sé sincero
y di que lo demás no te importaba.)

(*)Las Cosas Como Fueron, Poesía Completa, 1974-2003, Eloy Sánchez Rosillo, Tusquets, 2004.

Familias imperfectas

  A menudo, cuando se habla de la familia, se presenta un modelo ideal. Y está muy bien manejar arquetipos, historias y ejemplos dignos de i...