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martes, 19 de mayo de 2009

Palmeras

Habían pasado casi seis años con todas sus mañanas, mediodías y atardeceres repentinos, desde la última vez que visité mi tierra. Sabía que era así porque, aunque soy de letras, con ayuda de ambas manos me salen bien de vez en cuando alguna que otra suma y -con la crisis- bastantes restas. Pero las cifras siempre me dicen más bien poco, y no fui consciente del tiempo que había pasado hasta que puse un pie en el patio de la hacienda. Cuando me fui, dejé un jardín sembrado de palmeras que no levantaban tres palmos del suelo. Al volver encontré un palmeral frondoso y alto, de distintas especies, como formando un corro alrededor del prado donde, cada mañana, juega a inventar maniobras un enjambre de golondrinas.

Me resulta difícil medir el tiempo. No me sirven demasiado los relojes ni las casillas numeradas del calendario. Me interpelan más las estaciones, los vaivenes de la luz del día. Y, en el trópico, que no sabe de estaciones ni vaivenes, las palmeras.

Creo que siguiendo esta lógica, no me compensa medir los tiempos de la tesis en horas, palabras, ni días. Que crezca el tallo y se multipliquen las hojas. Que se pueda palpar. Como cuando los niños pequeños van poniendo una pequeña marca en la pared, como testimonio de su continuo ascenso.

En la caja donde conservo los folios emborronados ya aparece alguna marca pequeñita. Y cada día, a remover los libros y el teclado, que lluevan las palabras y los conceptos, a ver si para la próxima primavera podemos echar la siesta bajo las palmeras y apoyar la cabeza sobre sobre el lomo de la tesis, bien encuadernado.

sábado, 16 de mayo de 2009

Pars pro toto


La parte más perniciosa de la mentira, toma paradoja, es la parte de verdad que contiene. Santo Tomás resumió hace siete siglos con esta sencilla frase muchos de los desarreglos de nuestras laceradas democracias. Hoy me sorprendí contemplando, con gusto, desde el balcón de mi casa una manifestación nacionalista que avanzaba por la Avenida del Ejército. No simpatizo con sus ideas, no simpatizo con su estética y, sin embargo, la marcha serena de cientos de personas unidas por un ideal común se me hacía tan atractiva, que no pude evitar quedarme embobada mirando ese colorido cortejo de hombres y mujeres unidos por la exclusión.

Y ahí está la cosa, la unidad es siempre algo atractivo. Esa armonía humana que se eleva como una orquesta de pasos encaminándose hacia un ideal compartido. Unum et pulchrum convertuntur, la unidad y la belleza son lo mismo, bajo diversos puntos de vista.

Otra cosa es el motivo que promueva esa unión, y allí es donde se cuela el engaño que nos invita a medir el todo por la parte. El fin es lo que congrega, de modo que si el fin está más allá del límite de lo bueno, mal andamos, por mucho que andemos juntos. Y si el fin es bueno, pero para llegar pactamos con el horror, pues mal llegaremos.

Y pasa con todo, la unión de personas del mismo sexo tiene una parte de belleza, la unión por amor, pero esa parte de belleza esconde otra realidad menos hermosa: la rebelión contra la propia naturaleza. Y a la naturaleza no hay lobby que la desvíe del inmemorial sendero por el que conduce a los seres humanos. Al final se llega al fin. Y a sus consecuencias. Pero de eso no le gusta hablar a nadie y menos a los gobiernos, que la parte de verdad de las mentiras son las que mejor salen en las fotos de campaña. Por eso se censuran las imágenes de los abortos, porque allí la dignidad de la mujer que tanto se empeñan en proteger, no sale ni de perfil en una esquina. Sólo sale el aborto. Y si se cuela algún daño colateral: no hay que preocuparse, contamos con Photoshop, las campañas mediáticas y los gabinetes de pura imagen.

La imagen es un fotograma del vídeo Danza de mujer de Anna Malagrida.

domingo, 3 de mayo de 2009

Ausente

Hace unas semanas anduve por el ombligo del mundo, un pequeño país verde y asoleado. No pude escribir nada desde allí porque para escribir hay que tener cierta distancia, pero una distancia distinta de la que separa a América de Europa.

Ahora, ya de vuelta, empiezo a distinguir perfiles y colores, formas y escenas que pueden ser contadas. Y os las iré contando. Además, dentro de poco tendré más ayuda para describir todas esas figuras borrosas; un par de gafas nuevas que serán en adelante mis inseparables compañeras delante del ordenador.

Recuerdo que de pequeña me hacía ilusión llevar gafas y tener unas amplias entradas en la frente, como mi padre. También me hacía ilusión tener una moto. Las entradas -gracias al cielo- no llegaron a presentarse. La moto desgraciadamente tampoco, pero como me acerco a los 33 quizá vuelva a la carga, aunque sólo sea por jugar a la cábala, por si toca. Las gafas no tardarán, cosa que me preocupa, porque 30 años más tarde me conozco un poco más y sé de mi proverbial e incurable capacidad para perderlo todo.

En fin, que tiene su gracia la vida y los tiempos que la Providencia elige para colmar los deseos de la infancia. Mmm...y ahora que lo pienso, también con el tiempo han llegado las entradas -del blog- y mira por dónde, gracias a mis contertulios, se extienden amplias sobre mi frente, como un espacio claro del que siempre saco algo nuevo. Visto así, la moto debe estar al caer.

viernes, 20 de marzo de 2009

Elogio de la desmemoria

No sé quién me lo dijo. Sea quien fuese, le debo muchas horas de divertidas reflexiones. Aquello de que nos pasamos media vida aprendiendo cosas inútiles y la otra media tratando de olvidarlas, no es tan exagerado como parece a primera vista. Los espíritus más románticos suelen pensar enseguida en las matemáticas. Me imagino que en mi caso las matemáticas no entran en la lista de cosas inútiles, en primer lugar porque no llegué a aprender nada de nada, como no fuese a sumar y restar con ayuda de los dedos de ambas manos. Y eso de necesitar media vida para olvidar, tampoco me cuadra. A mí me costaba como mucho tres minutos después de entregar un examen.

La desmemoria la reservo para algunas asignaturas de periodismo y unas cuantas más de filosofía. Lamento la de noches que pasé en vela para aprender los tipos de archivos, almanaques y anuarios de los que un periodista necesita echar mano para documentarse, y que ahora pertenecen a la era a.G (antes de Google). O también, las enrevesadas peripecias mentales de los filósofos modernos y posmodernos, tantos argumentos, teorías y sistemas que nacieron degollados de antemano por la navaja de Ockham.

Lo bueno de subir hasta el final de la escalera, es –tomando el ejemplo de Wittgenstein- que entonces puedes tirarla y prescindir de los peldaños. A veces hay que pasar por ese “sueño de la razón que produce monstruos” para dedicarse a pesadillas más sensatas. Y es que cada vez me convence más la amable sabiduría que reparte a manos llenas la buena literatura. A veces me veo haciendo esfuerzos por zafarme de los cánones estrechos del razonamiento excesivamente formal. Y me aferro a la cuerda locura que defiende el buen Chesterton en La Abuela y el dragón:

“El problema que plantea el cuento de hadas es: “¿Qué hará un hombre sano cuerdo con un mundo fantástico?” El problema que plantea el novelista moderno es: “¿Qué hará un loco con un mundo aburrido?” En los cuentos de hadas el universo se vuelve loco, pero el héroe no. En las novelas modernas el héroe está loco antes de que comience el libro y no deja de sufrir por la áspera sensatez y cordura del cosmos. (…) La literatura moderna parte de la locura como centro. Por eso pierde el interés incluso por la locura. Un loco no se sorprende de sí mismo porque es muy serio: eso precisamente es lo que le convierte en un loco.
Sólo la sensatez es capaz de ver la salvaje poesía de la locura. Por eso, esos cuentos sabios y viejos hacen que el héroe sea normal y el cuento anormal.”

miércoles, 18 de marzo de 2009

Terapia anticrisis

El talante cenizo se expande como el polen en primavera. Tal vez por eso empiezo a notar reacciones alérgicas a la palabra crisis con todas sus derivaciones. Antes ante el cartelito de "se alquila" o "disponible" que colgaban de los escaparates de las tiendas, apenas notaba un ligero escozor en la imaginación que remitía en cuanto recordaba los efectos colaterales que trajo para el pequeño comercio la apertura de El Corte Inglés. Ahora los síntomas son mucho más preocupantes. El ligero escozor degenera en una comezón insoportable: ya está la crisis, otro más, desde luego, dónde vamos a parar, esto no ha hecho más que empezar...

Ya me había resignado a esta congestión crónica del optimismo, cuando de repente la vida misma me aplicó una terapia de shock. Mientras volvía de la universidad -cazando cartelitos de "se vende"- me encontré con un escaparate pequeñito. Era una de esas boutiques de señora, típica de las ciudades pequeñas que recuerdan a otros tiempos de rancio esplendor. Entre los maniquíes viejos y las lycras de leopardo, se podía ver un cartelito, discreto y solitario. Escrito con rotulador negro, a mano y con un pulso tembloroso ponía con un estremecedor laconismo: "Cerrado por defunción". Contra la alergia a la crisis, mano de santo.

martes, 10 de marzo de 2009

Salmodia

Ayer me quedé con una parte del salmo del introito resonando como un estribillo a lo largo del día. "Mi pie se mantiene en el sendero llano, mi pie se mantiene en el sendero llano..." Por más vueltas que le daba no llegaba a comprender su sentido, y menos en tiempo de Cuaresma, que más bien se considera un trecho de pendiente hacia arriba.

Encontré una traducción más satisfactoria que dejaba el sendero llano en camino recto. La alusión a la rectitud me dejó más satisfecha, pero ahora no podía dejar de pensar en el sendero llano y las correrías de la mañana que siempre resultan un suplicio para mis pies planos. Al cansancio que producen los trámites interminables que debo hacer cada año para conseguir mi tarjeta de residente extranjera, se suman los senderos de Pamplona -que no son llanos- y mis pies, que son rectos como el camino del salmo.

Lo más curioso es que aquello de la salmodia derivaba poco a poco en una resolución tajante a mis problemas de transporte y acabé mis correrías decidida a comprarme una bici. Luego nos acusan a los católicos de moralizantes. A veces con razón, me imagino. Pero la realidad es más rica que eso y los salmos no sólo dan admoniciones, sino consejos a pie de calle para las situaciones más variadas. En época de Santa Teresa Dios andaba entre pucheros, y ya se ve que hoy en día también se encuentra muy a gusto andando entre pedales.

El cuadro es Bici gris, de Pablo Heras.

domingo, 8 de marzo de 2009

Los cuidados de la Benemérita

El hombre del tiempo había anunciado bueno para hoy, pero el tiempo decidió darle esquinazo. Yo andaba necesitada de un paisaje diáfano como fondo para la lectura de Escritores Conversos, así que con un bocadillo, una cerveza fría y un yogur de frutas del bosque, conduje el coche hasta un mirador solitario a las afueras de Cizur Mayor. Y allí estaba yo pacíficamente cuando de repente vi por el retrovisor que se acercaban dos 4x4 de la Guardia Civil. Arranqué el coche para dejarles paso y enseguida empezaron a lanzar guiños con las largas, mientras con la mano me dejaban bien clarito que debía parar. Un agente calvo y regordete se acercaba despacio y con mucha sorna.
-Buenaas, señora... (primera puñalada lo de señora...)
-Buenas agente...
- ¿Todo bien?
- Todo bien...
- Y qué hace por aquí...
(Yo a punto de responderle con un rotundo "y a usted que le importa", pensé que sería mejor no ganarme una denuncia por faltas de respeto a la autoridad.)
- Nada, aquí leyendo, suelo venir a veces... (yo como excusándome.)
-De retido sentimental ¿eh?... ¿qué le pasa, está depre?
Ante semejante pregunta yo trataba de contener -la risa o el improperio, lo que llegara antes. Me empecé a poner colorada, no sé si por la lata de cerveza que asomaba en el asiento de al lado, o por la lata que me estaba dando el agente con sus delicadezas. Eso sí, con sonrisita y todo me pidió la documentación, me sacó del coche y me hizo abrir el maletero.
-Así que viene aquí pa' pensar, ¿eh?
- Bueno, el paisaje es bonito...
-Ya, ya, a pensar...
Ya de vuelta en el coche esperaba que me devolvieran el carné de conducir. Mientras venía la pareja del guardia, el agente calvo y con sorna empezó a exusarse: ya sabe, rutinas, tenemos que asegurarnos...; y yo condescendiente, asintiendo y pensando que no podría aguantar la risa mucho más tiempo. Por fin se acerca el otro agente con el carné y vuelta a empezar.
-¿Todo bien señora? (se me vuelve a quitar la sonrisa con lo de señora)
- ¿Qué?, ¿está triste?...
Y salta el otro con cara de estar muy enterado:
-Nada, nada, ¿no ves que está pensando? Está de retido sentimental...
Me guardé el carné y me orillé para dejarles paso, luego me tomé a sorbitos mi yogur de frutas, derretido y sentimental.

miércoles, 4 de marzo de 2009

CAP

Después de dos semanas de sol, las tormentas vuelven al norte. Y yo, como siempre, me apunto a mi personal naufragio en un vaso de agua. Para hacerlo verosímil dibujo olas gigantes mientras se disuelve un Espidifén y me hago la ilusión de que sobrevivo sobre un cascarón de nuez en la mar embravecida. Y todo por menos de nada. Esta semana la consagro a los trabajos del CAP y me sorprendo a mí misma echando mano sin piedad, con la derecha del remo de la locuacidad y con la izquierda del remo de la retórica. Sólo creo que hay una cosa peor que dedicarme a esto durante tres días: dedicarme a esto durante todo un año (que es lo que durará el nuevo máster de enseñanza.) En fin, que sin ofender, para gustos las carreras. Pero tanto PEC, tanto CAP y tanto papeleo aturde, seguro, hasta al más pintado. Tácticas de demolición intelectual, las llamo yo. Cada vez me convence más la sana inseguridad de los trabajos freelance y la independencia de los dictatoriales dictados de los ministerios (y ese sutil método de tortura que es el ahorcamiento por trámites y papeleo inútil. Por ahora sigue fuera del código penal... ya se verá.) Quizá Amnistía Internacional vuelva a nosotros sus ojos. Yo vuelvo a mi vaso de tormenta diluida y a los capítulos de El Adolescente y sus Retos que sirven también para la crisis de los 30. En fin, al lío. Y que Dios nos guarde de la burocracia. No por casualidad me toca terminar los trabajos en plena Cuaresma; sírvanme de penitencia...

lunes, 23 de febrero de 2009

To say or not to say...

Lo bueno de hacer una tesis es que el horario de trabajo se lo guisa uno y -con suerte- se lo come tras haber esquivado el peligro de empacho o inanición. Tengo el tiempo como una baraja entre mis manos y a menudo acabo con él haciendo trampas, incluso cuando juego al solitario.
Hace unos días leí en la entrada 1000 de un buen amigo, que con el blog ha podido ser escritor a diario y no sólo de pascuas a ramos. Unos días más tarde leía un artículo sobre Flannery O'Connor en el que la autora contaba el momento en que Flannery decidió escribir un número determinado de horas cada día, a hora fija y cuánto le ayudó esa disciplina. Recordé también el consejo de Paco Sánchez en mis primeros años universitarios: para aprender a escribir hay que leer mucho, y escribir al menos 500 palabras diarias (¿o eran 2000?). En fin, que buenos ejemplos y consejos no me faltan... me falta ese no sé qué que me empujaba a querer decir algo. Quizá un día de estos aparecerá una entrada como de final de cuento: y a partir de aquel día, se quedó muda.

viernes, 20 de febrero de 2009

El talante del Talento

Discutían la semana pasada en Pamplona, los gurús del talento y algunos aprendices. Pero ojo, que igual el aprendiz era el que se anunciaba como gurú y viceversa. No hay que fiarse demasiado de los eslóganes de marketing intelectual, sino escuchar y juzgar lo que se escucha sin dejarse camelar por las bambalinas del Ágora.
Me gustó -el que más- el discurso de Sir Ken Robinson y creo que leeré su libro The Element. Todos abogaban, como llevan haciendo muchos desde Peter Drucker o antes, a favor del capital humano, de aprovechar los talentos naturales de las personas, de colocar a cada quien en el sitio en el que mejor podría rendir dentro de las empresas, etc. Ahora quizá el matiz es el énfasis que se pone en el papel de la creatividad y la imaginación en todas estas cuitas. Ahora resulta que el aire de despistado y el mote -antes peyorativo- de poeta es un activo valiosísimo que hay que reconducir para que genere beneficios empresariales cuanto antes. -No digas que es poeta, tío, que eso es... ¡TALENTO!

Me ha llamado la atención, sin embargo, la ausencia de debate acerca de los costes que esas apuestas generan. Se ha hablado mucho del mito de la linealidad, del itinerario que sigue la mayoría -de la guardería a la universidad y de la universidad a la jubilación- y que difícilmente se atreve a transgredir por voluntad propia, y menos porque las instituciones lo fomenten. Se ha hablado de que aún vivimos y actuamos -tanto en la economía como en la sociedad- acudiendo a los paradigmas de la revolución industrial, y nadie quiere atreverse a reconocer que llevamos un siglo desde que expiró su fecha de caducidad. Puede ser.

Pero no se ha hablado del mito del control. O más bien de la casi obsesiva tenacidad con que buscamos controlarlo todo para conseguir -al menos- el espejismo de la seguridad. Al parecer todos los espejismos acaban siendo destronados por la realidad, como nos va mostrando la crisis. Apostar por la creatividad es apostar por lo imprevisible. Se suele decir que quienes saben de riesgos son los empresarios, vale. Pero son riesgos muy estudiados. La creatividad tiene otro estilo: una inevitable querencia hacia el fondo perdido, hacia el experimento antes que hacia el resultado, un hondo sentido del misterio y del juego.

Hemos sustituido en muchos campos el control por el compromiso. Y cuesta mucho echar la marcha atrás. A la gente al parecer le va más el: "Virgencita, Virgencita que me quede como estoy"... (y ya muchos ni Virgencita ni nada, como mucho encienden un mechero bic en un mítin de Zapatero). El procesualismo (también en su vertiente política) consigue pequeñas seguridades a costa de un orden monocromático que ahoga la vitalidad social. A mí me encanta escuchar a los pregoneros de ese otro modo de proyectar el mundo. Pero vamos... en las políticas concretas lo quiero ver. Hombre, y ya que estamos, ya que todos tenemos talento, y sólo hace falta un lince que se dé cuenta y te coloque en el sitio adecuado, que alguien se fije en mi currículum y me ofrezca el príncipe azul de los trabajos. Tengo la tarjeta de un gurú de esos, quién sabe, quizá me ofrece un cargo directivo con sólo leer mi propuesta en twitter.

jueves, 5 de febrero de 2009

Intermezzo


Avanza febrero. Dura menos que los otros meses, dos días son dos días, y me anima pensar que la primavera no anda lejos. Los árboles no tienen el color desgastado y seco del comienzo del invierno, ya está la vida empujando desde dentro, como pidiendo un poco de notoriedad antes de que irrumpa el gran estreno. Se alarga la luz. También el temporal ofrece treguas y cuando agita la brisa su banderita blanca, vuelvo a experimentar la alegría indecible que provoca el azul del cielo. Luego vuelven las nubes. Llueve sobre las aceras y los parques. Se me llenan los bajos de barro, los paraguas dejan que me empape al asalto una lluvia peculiar. Y aunque se esconda el sol, otra vez, por una temporada, yo ya he sido feliz. ¡Y cómo se alargan esos instantes!

(*) Es curioso el singular mundo de sentimientos que suscitan las estaciones y los cambios de tiempo. ¿Está fuera o están dentro? Paul Ricoeur decía que las dos cosas a la vez: "El paisaje es el risueño y yo soy el que está alegre".

jueves, 29 de enero de 2009

Tiempos

La elasticidad del tiempo y la misteriosa relación que tiene con nuestro modo de afrontar la vida siempre me sorprende. Tenemos una elaborada física del tiempo, exactos relojes suizos, rotaciones y traslaciones que cumplen un itinerario fijo desde los abismos en que el tiempo que ellos mismos nos marcan, se pierde -que paradoja- en la génesis del primer microsegundo. Todavía estoy buscando (si alguien me recomienda alguno, se lo agradeceré) un libro que explore ese terreno fascinante de la percepción subjetiva del tiempo. Magris escribió un párrafo muy ilustrativo acerca de esto en El Danubio:
"No existe un único tren del tiempo, que lleva una única dirección a una velocidad constante; de vez en cuando se encuentra con otro tren, que procede del lado opuesto, del pasado, y durante un cierto trecho ese pasado corre junto a nosotros, está a nuestro lado, en nuestro presente. Las unidades de tiempo -las que los manuales de historia clasifican, por ejemplo, como el período cuaternario o la era augusta y las crónicas de nuestra existencia como los años del bachillerato o la era del amor por una persona- son misteriosas, difícilmente mensurables."
Y es que el sentido del tiempo no tiene que ver con leyes de la física, si clasificamos el tiempo subjetivo y le encontramos una unidad de medida es siempre en relación con aquello que decidimos emplear como referencia. La referencia confiere sentido a una medida o a otra. Podemos adscribir el sentido del tiempo porque la libertad puede establecer esas medidas convencionales. Nuestro señorío sobre el tiempo y sus referencias es siempre parcial. Nosotros aparecemos en un tiempo cuya referencia no somos nosotros mismos: nos acoge, transitamos en él, nos traspasa y después nos sobrevive. Ese tiempo total, también tiene una referencia que escapa a nuestra capacidad de establecer sentido. Tiene un origen que no es ninguna perspectiva parcial, ni la suma de todas ellas. Tiene también por eso un sentido que nos sobrepasa. Siempre me ha impresionado profundamente cuando se habla de Dios como Señor del Tiempo, y más aún en lo que se refiere al tiempo humano, Señor de la Historia.

Ya podrán pintar autobuses, trenes, taxis o aviones si les parece divertido, o si de ese modo se salvan del paro dos o tres agencias de publicidad y unos cuantos chapistas. A poco que uno se pare a pensar (cosa que no se hace habitualmente en medio del tráfico de la ciudad) la conclusión a la que se llegue puede ser, más bien, la que proponía Pascal. Ante la duda sobre la existencia de Dios, es más sensato vivir como si existiera que lo contrario. Si Dios es el origen de todas las cosas con las que disfrutamos, no se trata de no disfrutar, sino de saber cómo. Y en eso la religión aporta más sabiduría que el puro instinto, no en balde lleva la humanidad muchos siglos tratando de sacarle el máximo redimiento a la vida con una larga historia de ensayo-error que no se puede despreciar.

En todo caso, no hace falta esperar a la muerte para saber qué hay más allá del tiempo. Como dice Benedicto XVI, la eternidad no es un tiempo sin límites, sino algo distinto del tiempo, otra forma de existencia que ya está incoada en la realidad temporal. Tiempo y eternidad se entrecruzan. Tiene gracia además, que haya muchos pasajeros al día en el llamado autobús ateo, que viven esa tranfusión de vida eterna y tiempo mientras van cómodamente sentados, pidiendo por quienes no creen y dando gracias a su Dios Bueno porque van calentitos y contentos al trabajo. Puede que los autobuses no crean, qué mas da... los pasajeros sí.

martes, 20 de enero de 2009

Lecturas

Con el año nuevo me he propuesto poner un poco de orden en mis lecturas, o al menos intentarlo. Mis lagunas literarias son inmensas, algunas. Otras son más bien pequeños charcos que entorpecen el camino y me obligan muchas veces a dar grandes rodeos para llegar hasta donde quería. Y eso si llego. Siempre me he preguntado con curiosidad qué orden han seguido -si han seguido alguno- los buenos lectores antes de llegar a serlo. O por ponerlo de otra manera: ¿han llegado a ser buenos lectores porque el azar les puso delante grandes obras que ellos supieron aprovechar o por el contrario algo así como una platónica reminisencia les empujaba a elegir bien sus lecturas?

En los últimos años he visto de todo: gente que afirma que sus lecturas las han guiado los propios libros proponiéndoles un sólido mundo intertextual y gente que lee prácticamente todo lo que cae en sus manos y, aún así, es capaz de valorar lo que merece la pena y lo que no. Y eso sin contar con las dificultades propias que conlleva lograr una lectura provechosa y las limitaciones de tiempo. A veces me encuentro libros que piden una relectura infinita. Otros en cambio exigen un diálogo con otras obras que resultaría igualmente ilimitado.

Todo esto daba vueltas a mi cabeza mientras preparaba mi "lista de libros". Al fin he optado por un criterio histórico. Comenzar por el comienzo. Autores latinos. Y seguir la cadena. Con suerte llegaré a vieja más o menos a la altura del renacimiento. No será mala idea a esas alturas darle vuelta a la idea de renacer, y por un acaso, una visita anticipada al Cielo, el Purgatorio y el Infierno, antes de que se acabe el tiempo para estrenar mi personal comedia.

domingo, 18 de enero de 2009

Años


Da igual cuántos años sume.Sigo igual de ingenua que siempre. Llevo con mano firme las riendas de nada, y avanzo lentamente hacia quién sabe dónde...
Pero, es curioso y a pesar de todoslos vuelcos y los años, sigo siendo la misma que mira y pregunta, la misma mirada.

viernes, 16 de enero de 2009

Visiones

Estaba en medio de una conferencia. Era un gran salón de asientos aterciopelados, y techos altos con lámparas palaciegas. La luz se hizo más fuerte. Subieron las persianas bruscamente hasta chocar con lo topes y el chasquido acabó por despertarle. Abrió los ojos. Estaba todavía en la cama hecho un revoltijo de sábanas y mantas. Cerró los ojos. Quiso volver a la conferencia pero no podía porque alguien insistía en tirarle de la manga del pijama. Abrió los ojos nuevamente y pudo distinguir el ceño fruncido de su hermana. Unos segundos después, ya distinguía toda la cara que gesticulaba profusamente mientras su voz aguda y destemplada chirriaba repitiendo:

-¡Es tarde!, ¡levántate ya!

Hizo un esfuerzo para deshacer el nudo que se había hecho con las sábanas. Se levantó y fue torpemente hasta la ducha. Abrió la llave del agua caliente hasta que el baño quedó saturado de vapor. Cuando fue a quitarse el pijama, no pudo. Se le había enganchado con algo. Después notó que algo tiraba de la manga. Abrió los ojos y vio, aunque algo borroso por el vapor de la ducha, el rostro complaciente de su madre.

-¡Venga, venga... hora de levantarse!

jueves, 8 de enero de 2009

La vuelta

1. Salgo de casa con un maleta de ruedas a rastras, para devolver los libros que saqué de la biblioteca en navidades y que en su mayoría no leí. También llevo -cómo no- el ordenador, el bolso, la carpeta.

2. Cerca de la marquesina del autobús y caigo en que me he dejado los guantes (el termómetro marca -4) y después vuelvo caer en que me he dejado el guante, porque uno se lo llevó el 2008 (vaya usted a saber a dónde).

3. Llego a la marquesina del autobús y me acuerdo de que no me acordé de rellenar la tarjeta del bonobus. Y recuerdo también que en el monedero -¡oh, crisis de previsión!- no llevo sino calderilla.

4. Saco el monedero y empiezo a rascar entre monedas de 1, 2 y 5 céntimos, a ver si llego al euro. Cuento dos veces. No llego.

5. Dilema: voy cargada como un camello, hace frío, llego justa -por no decir tarde-, no tengo dinero, pero tengo mucha cara y hay aquí dos señoras también con mucha cara... de buena gente.
6. Pongo cara de no tener cara dura sino más bien todo lo contrario y...
- ¿Me deja treinta céntimos por favor?...

7. Se sorprende. Yo no me sorprendo nada de que se sorprenda, claro. No doy el perfil de yonki indigente... pero me deja los 0,30 cent. (ya digo que eran buena gente).

8. Luego lanza una parrafada en vasco con la otra señora y yo claro no me entero de nada... Se suben a la 2 que pasa en ese momento y me despido con un "gracias" emocionado y ella me sonríe. Yo también le sonrío. Parece un anuncio de Nescafé...

9. Me subo, tan contentica, al autobús.
-Perdone, que le dé tanto suelto, está justo...
-¿Seguro, 1.10€?
- ¿Uno con diez!(os imagináis mi cara...)
- Ha subido desde 2009
- Pues no tengo...

10. Me veo por momentos repitiendo la operación mendigo... pero entre refunfuños, me espeta el conductor:
-Venga, sube... Por esta vez solamente, ¡eh!

Hay días en que es mucho más evidente, que lo mejor de uno son los demás.

miércoles, 7 de enero de 2009

Credulidades

Nunca he sido demasiado crédula (que no está reñido, al contrario, con tener Fe) así que todo esto de que a los niños los traen las cigüeñas, y que los regalos los traen los Reyes o el Niño Jesús no me convencían nada, nada. En América no hay día de Reyes. Se celebra la Epifanía como en toda la cristiandad de Occidente, pero sin más aspavientos. A mí de pequeña me traía los regalos el Niño Jesús. A veces venía el 24 por la noche, a veces el 25. Hasta que una Navidad nos trajo una hermana el 25 por la mañana y después de eso ya siempre volvió con los regalos el 24, para poder celebrar con ella en exclusiva el cumpleaños de ambos.

Cuando los regalos eran pequeños mis dudas no iban demasiado lejos. Pensaba que quizá los Ángeles llevaban al Niño en volandas y como el regalo tenía un tamaño razonable, el NIño Jesús podía llevarlo sin problemas. Hasta que un día llegó el Niño con un columpio. Y eso ya no coló. Vale que se lo hubiera hecho San José que era artesano. Pero era imposible que el Niño pudiera cargar con semejante trasto... Pienso que no me habrían gustado las historias de los evangelios apócrifos. A mí me gustaba el Niños Dios de carne y hueso. Tal vez por todo ese bagaje veía yo con poca simpatía el asunto de los Reyes. Me parecía inaudito que los niños, hasta muy mayores algunos, creyeran con tanta certeza que los Reyes traían los regalos desde oriente, con camello y paje includo.

Me da un poco de vergüenza confesar que, quizá por eso, nunca me había atraído asistir a la cabalgata de Reyes y no había visto una hasta este año. Vivo en una calle céntrica por la que ha vuelto a pasar la cabalgata (en un primero con balcón para más señas). Y, cómo no, todas las familias conocidas se apuntaron en un plis, plas, para ver la cabalgata desde aquí. Compramos caramelos para los niños (desde la calle no llegaría ni un mal regaliz) y la casa empezó a llenarse de seres diminutos, nerviosos y emocionados.

Y a mí me emocionó su ingenuidad, su candor y sus nervios. Las caras de sorpresa. El ambiente tan distinto -tan distendido- que se respira entre los mayores cuando revolotean los niños cerca. La serena naturalidad con que pasa el cortejo entre aplausos: un Belén viviente, villancicos y reyes que traen regalos a los niños, porque mucho antes descubrieron al Dios Niño hace más de 2000 años. Así que de repente creo en los Reyes. Ojalá muchos políticos asistieran a la cabalgata. Quizá al ver el ambiente que se respira, se les quitaría las ganas de prohibir belenes y símbolos religiosos (es muy fácil comprobar allí que no crean divisiones: si no, ¿qué hacía una musulmana con sus niños en mi balcón?). O las ganas de facilitar que haya tantos niños que se quedan en el camino hacia el mundo y no llegan a verlo por supuestas justificaciones sin justificación. Yo los echo de menos en la cabalgata: ¡no a los políticos, no! , a los niños...

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Feliz Navidad



Le sonreiré cuando abra los ojos
Le abrazaré por primera vez
Le contaré cuanto le esperado
Que cuando sueño le veo crecer
En Nazareth con José.

Le hablaré de su pueblo antiguo
De Moisés y del rey David.
Heredará los ojos oscuros
Que también tuvo mi padre Joaquín
Que me dirán que es feliz.

Le diré que su amor
Es mi fuego y mi hogar
Que la tierra es muy bella y espera su paz
Que tendrá que sufrir
Que ha venido a bajar
Su cielo inmenso a nuestro mirar
Y a caminar sobre el mar…

Le cantaré salmos y poemas
Le acunaré si quiere dormir

Junto a José oiremos sus risas

Le enseñaremos poco a poco a andar
Y le veremos bailar

Caminará entre el trigo verde
Y correrá fuerte bajo el sol
Aprenderá a distinguir los vientos
Que traen las lluvias y encrespan el mar
De los que traen claridad.

Le diré que su amor...


Letra: R.F.U.
Villancico presentado al Concurso de Villancicos de la U.N.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Atascos

Llevaba casi dos meses de atasco en la tesis. Y de repente la semana pasada se abrió la veda y Ricoeur vuelve a acaparar mi tiempo y mis pensamientos. El lunes, al volver de Huesca, pillé un atasco de unos 30 km. No me lo he pasado mejor en un atasco en los días de mi vida. Resignada a una velocidad media de 2.5 km/hora, estuvimos a punto de volcar de la risa. Ya se ve que hay muchas maneras de enfrentarse con Murphy. Al que iba dos o tres coches por detrás del mío se le fundió el claxon como al km 20. (Gracias a Dios, por otra parte...) Hoy en cambio se me ha atascado el ordenador y no hay manera de que tenga la delicadeza de facilitarme un certificado digital que me ha supuesto correr por Pamplona toda la mañana, esquivando la nevada y el catarro. Como es obvio, sólo he conseguido esquivar la nevada. Es decir, que se divisa ya otro atasco: nasal. Y el último, que me está poniendo a prueba el temple y la paciencia, el atasco de la línea de teléfono para cita previa de la oficina de extranjería: o comunica o no me contesta. Y eso por no hablar del atasco con los papeles que debo conseguir para presentar en la oficina nueva, no a la que fui y encontré cerrada a cal y canto. Si algún día consigo que me cojan el teléfono y me den una cita antes del 2010,daré por finalizada la ginkana de final de curso. Y con tanto atasco variado he vuelto ¡ay! a desembocar en el primero. Llevo casi una semana de atasco con la tesis...

lunes, 1 de diciembre de 2008

Wind and winter

Hoy asoma el invierno puro. Aguanieve. Frío sin tregua de mediodía. Cielo gris empantanado y torrente turbio río abajo. Las urracas se refugian debajo de los techos, gente que se esconde entre los pliegues de la bufanda. Voy corriendo al armario de las mantas. Es una lástima, no fumo. Tengo un libro sobre el atril, un folio en blanco y las horas de la tarde mendigando un rato de laboriosa compañía.

Familias imperfectas

  A menudo, cuando se habla de la familia, se presenta un modelo ideal. Y está muy bien manejar arquetipos, historias y ejemplos dignos de i...