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lunes, 2 de junio de 2008

Consideraciones de lunes y norte lluvioso

La Catedral de Córdoba tiene un encanto especial. No es sólo la gracia de los arcos y la viveza de sus colores, granate y hueso, como el pijama de rayas de un duende antiguo. A mí me gusta esa mescolanza de estilos, atrevida por convicción. El cristianismo no es ecléctico. No mezcla contradicciones en honor a una tolerancia fácil y mentirosa. Pero toma de todo lo bueno. Y lo retiene. La verdad es maternal. Acoge. Es un abrazo sin límites a todo lo que manifieste su esencial lealtad a la realidad: Dios, hombre y mundo. Y la Catedral de Córdoba guarda algo de ese gran abrazo originario. Pasear por sus pasillos arqueados, resguardados por el techo de arterias góticas me recuerda que eso, y no otra cosa es "lo católico". Lo más universal, aquello común a todos, el ansia infinita de Dios por hacer que brille en todo su esplendor la diversidad de su creación. Un brillo que Él mismo le presta y que realza toda su gloria. Nada brilla más que aquello que es infinitamente amado. Por eso la tristeza es tan opaca. Porque pone muros de resistencia a los requerimientos del amor.

lunes, 12 de mayo de 2008

martes, 29 de abril de 2008

Reflejos

Hay palabras que apresan un universo cuando las pones frente a frente. Como las manos, espejos vivos. Busco y encuentro. Siempre dos manos, separadas, salvo cuando rezan. Las manos se juntan y abarcan todo el mundo. Busco y encuentro. Entre las manos, mientras busca una y encuentra otra, desfila el mundo. En el encuentro, a la vez que cesa la búsqueda, empieza. De otro modo. Como cuando se juntan las manos. Y rezan. No acaba la búsqueda, más cerca, la mano y su espejo, sin embargo, ya sólo encuentran.

domingo, 16 de marzo de 2008

Domingo de Ramos

“Domingo de Ramos, el que no estrena, se le caen las manos”.
Estreno nueva pena esta mañana
vestida de morado nazareno,
mi alma se recoge -sevillana-
prepara su estación de amor sereno.

Se mece con La Paz el firmamento,
dibuja en él la Estrella su figura,
camina por las nubes un jumento,
saetas dan consuelo a La Amargura.

Palpita entre las manos un rosario
cofrade, sevillano y trianero.
Los ojos que se van tras tu sudario,

proclaman La Pasión al mundo entero:
los pasos de dolor y amor ferviente,
las calles de Sevilla penitente.

martes, 25 de diciembre de 2007

La Natividad

Querría haber felicitado la Navidad ayer, en vísperas, en Nochebuena. Pero la red tiene sus caprichos y he tenido que llegar como un pastor rezagado. En todo caso una ¡Feliz y santa Navidad para todos!


El cielo trazó una gruta

durante la Noche Aquella.

Y se pusieron de acuerdo

toda clase de estrellas,

para abrirles camino

a los ángeles cantores.


Y en las tierra los pastores

cogieron flores y vino

-llevaban cuanto podían-

para obsequiárelo al Niño.

Sonaban los tambores,

balaban las ovejas,


José miraba asombrado

al Niño de Cara Morena.

María arrullaba al pequeño

y dejaba, la Virgen buena,

que yo me acercara a besarle,

arrepentido y con pena:


Tengo tan poco que darle,

tengo tanto que pedirle:

a mi Niño no le importa

me sonríe, no me riñe,

y yo me rindo a sus ojos

que lloran por redimirme.

martes, 18 de diciembre de 2007

Elogio del silencio

El asombro sólo nace
acunado en el silencio:
sin nombres, ni adjetivos; sin adverbios.
Y nos basta el verbo puro
para inventar un mundo y su misterio.

Ahora que lo sabemos, callamos.
La ausencia de palabras nos oculta
y nos halla a la vez, como en un juego,
de voces inaudibles que conjugan
su querer, en todo tiempo.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Escenas de navidad


Por la noche, los ciervos del Parque de La Taconera se reúnen debajo de un ciprés piramidal mullido y muy alto. La escena es enternecedora. Todos se agrupan alrededor del ciervo mayor, que sostiene sobre la cabeza erguida y serena una cornamenta de al menos doce puntas. Uno de los puntos de luz que ilumina el parque los alumbra directamente. Si se les observa de lado, la luz realza los perfiles y dibuja un maravilloso cuadro de claroscuros. Todos miran fijamente a la luz, como figuritas de un Belén vivo, y permanecen expectantes a que la luz los sorprenda. Yo procuro acercarme de vez en cuando al foso de los ciervos, a ver si se me pega un poco esa actitud, a las puertas de la Navidad.

martes, 27 de noviembre de 2007

De consuetudine

La llegada de la Navidad en Navarra tiene un preludio encantador, bien conocido como el acueducto foral. Aquí los santos patronos se han organizado estupendamente para ofrecernos una tregua antes de empezar con los villancicos y turrones. El 29, San Saturnino, cae en jueves. Y el lunes 3 celebraremos a San Francisco Javier. Luego vendrá el día de la Constitución, dos días antes de la Inmaculada. Y en la universidad se celebrará, desde el 30, alargando esa gran tradición universitaria, una novena en honor de la Virgen, a la que acudirán alumnos, profesores, familias, ex alumnos, personal administrativo y todos los vecinos de Pamplona y la comarca, que van hasta la basílica improvisada en el Polideportivo de la universidad. Es ya una vieja costumbre.


A mí me gustan las buenas costumbres.Y si además son viejas, me gustan más. Tienen un especial encanto las tradiciones de los pueblos. Esos modos de hacer y de vivir probados por el tiempo, rozados por tantas vidas que nos precedieron. Hace años, se construyó un camino que que subía desde la hondonada del campus hasta la ermita de la Virgen del Amor Hermoso, bordeando una pequeña loma. Pero, como la cabra tira al monte, al monte nos llevaba la costumbre y la gente seguía transitando por un camino de tierra, pequeño y maltrecho, que llevaba a la ermita de un modo más directo. Hasta que un buen día apareció un letrero que venía a ser como una prohibición de utilizar el atajo.


Recuerdo que se corrió por el campus el rumor de que, a D. Álvaro D'Ors, eminentísimo Catedrático de Derecho Romano, le parecía una norma ilegítima, porque iba contra el derecho consuetudinario del lugar. Y recuerdo también que ese razonamiento me dio qué pensar acerca de los límites del poder, el que sea, para repartir normativas a granel, y me arrancó una sonrisa de complicidad.La costumbre también hace derecho, si no es contraria a la dignidad (¡vaya con la palabrita!).


Pensaba en esto a raíz de una noticia, ya vieja también, que leí esta mañana acerca de un proyecto de ley religiosa (o antireligiosa, quizá) que ha propuesto ERC en Cataluña. Me imagino que a quienes redactaron el anteproyecto les molesta la libertad de conciencia y de culto, o quizá, porque se estudia poca filosofía últimamente, pensarán que las conciencias pueden desdoblarse y prescindir de sus manifestaciones externas sin más problema que las molestias propias de semejante curvatura.


Yo disfrutaré viendo otra vez los ríos de gente que van por las calles de su ciudad, con cara de contento hacia Javier, a visitar la Iglesia de San Cernin (Saturnino en vasco) o hacia el polideportivo de la universidad (o a tantas parroquias) a honrar a la Virgen -y a mucha honra.

Incluso invitaría a los redactores del anteproyecto de ley en Cataluña a ver lo bien que ha quedado el camino asfaltado que va hasta la ermita del campus, siguiendo justamente el antiguo recorrido, que alguien en su momento pensó erradicar. No sé en qué estado se encuentra el proceso de la dichosa ley. Me gustaría que los medios dijesen algo, porque atañe a los principios constitucionales mucho más de cerca que el carné por puntos y las infracciones de tráfico. En todo caso. Se acercan las fiestas. Y yo pienso celebrarlas todas. En la calle. También la Constitución...que coincide con la fundación española de mi ciudad: San Francisco de Quito.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Ley: Todo lo que cae puede subir


Iba esta mañana hacia el campus y los caminos habían desaparecido. No entre la niebla. Hacía un sol espléndido y el cielo estaba azul, despejado y tenso por el frío. Desaparecían los senderos entre las hojas caídas. Como un tapiz de lana tierna, cubrían algunos tramos las hojas verdes de los chopos, rendidas tras la pelea contra el viento. Seguían flotando por el aire ejércitos de hojas amarillas. Otras tantas crujían, como lagos de cerveza, agitándose en el suelo. Los árboles desvestidos miraban los caminos, y levantaban sus huesudas ramas hacia el cielo, como implorando un nuevo sol de primavera. Los árboles tienen ya la imagen fantasmagórica del invierno y las fotos se asemejan a las radiografías de un bosque.


Cientos de hojas flotando por el aire. Es noviembre. Y las hojas que caen recuerda a esa advertencia tremenda de la santa de Ávila tras la visión: las almas caen al infierno como las hojas de los árboles en el otoño. De pequeña me preguntó un profesor de ciencias. ¿qué hay más en el mundo, ojos u hojas? Y no he sabido responder nunca a esa pregunta. Tal vez ojos. Pero el número es lo de menos, lo de más es lo que ven. Yo veo, más bien miro -fijamente- las hojas caer y quisiera detener ese otoño irredento, apurar la primavera.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Destierro

¿Qué es la esperanza, sino memoria del paraíso?


De vez en cuando salgo de paseo

por la ciudad tranquila

allí me encuentro siempre

a gente que sonríe en los portales.

Yo paso por allí, también sonrío,

y el cielo se adivina entre sus calles.


Regreso luego, en fin, a lo de siempre,

con una nueva luz en la mirada

tras ver una vez más esos rincones

bruñidos por el sol de la memoria.


jueves, 5 de julio de 2007

Divagaciones

La juventud siempre ha sido un poco ciega, pero no corta de miras. Como dice la canción, "yo también tuve veinte años y un corazón vagabundo". A esa edad sabe uno muy poco de la seriedad de la vida, de la importancia de las decisiones que parecen pequeñas -y quizá lo son- pero que además son duraderas, largas como la cola de un cometa. Yo conozco un corazón que late vagabundo por las páginas de los libros de poesía, por las biografías de escritores, por encontrar respuestas en esa búsqueda íntima de las verdades rescatadas en forma de historias. Es un vagabundo en tierra propia, en su mundo. Sabe que le pertenece, pero él todavía no ha decidido asumir las penas que conlleva ser terrateniente.
Sólo sabrás lo que quieres,
corazón,
sólo sabrás lo que quieres,
después de hacer tu elección.
Aquél eligió. Y supo entonces que había elegido mal. Y volvió a mirar hacia la brújula interior. Y seguía apuntando hacia los libros. Llevaban otros títulos y pesaban igual que aquellos que ya había leído. Y volvió a pensar. Y volvió a reconocerse vagabundo. Pero al menos ahora sabe, que la brújula del interés y de las pequeñas seguridades no llega muy lejos. Quizá decida seguir siendo un poco vagabundo, pero irá hacia donde apuntaba desde el princicio: hacia un plano más alto.

martes, 19 de junio de 2007

Cosas de críos

Ayer por la tarde, habían unos cuantos críos jugando en la plaza que hay al lado de mi portal. Abrí el candado de la bicicleta, me eché la mochila a la espalda, subí con calma y empecé a pedalear para ir a la universidad. Mientras entraba a la plaza, noté que un chaval sin dientes (a esa edad no se sabe si lo de sin dientes fue por causas naturales o por ir lanzado en su minibicicleta) iba a mi lado y empezaba a pedalear con todas sus fuerzas para rebasarme. Y yo, en lugar de seguir con una condescendiente parsimonia, me empecé a picar y a pedalear más fuerte, como él. Cuando íbamos a la misma altura, el me miró, puso cara de sorpresa al ver que había carrera y empezó a pedalear todavía más de prisa mientras le bailaba la expresión entre pícaro e inocente a la vez. Después de veinte metros de carrera, los seis o siete segundos que duró la puja me parecieron infinitos. Se me quedó la sonrisa puesta toda la tarde, claro. A veces no sé sabe si una ha recibido un destello de inocencia, o si todavía le duran los coletazos de inmadurez. Ni idea.


Imagen: Wolfgang Lettl - Das Fahrrad (The Bycicle) - 1959.

martes, 12 de junio de 2007

Homo-ludens


y no comprendemos ya el juego

como base
y cumbre del universo.


Buscaba la palabra poderosa

que hablara en todo el centro de tu nombre

con tonos de algodón, vaivén de cuna,

que ahogaran con su timbre tu silencio.

Buscaba pronunciar una palabra

que uniera en sí la brecha de los días,

pasados y futuros con un nombre

que fuera aquí, por siempre, ya, presencia.

Buscaba en vano, entonces ignoraba,

que el eco del origen se pronuncia

vertido en el lenguaje y en el tiempo

acaso en la palabra que lo invoca.

A salvo de la búsqueda cansada

mi voz se desparrama en el acento

risueño de las sílabas primeras

del juego entre los hijos de los hombres.



domingo, 10 de junio de 2007

Corpus Christi

Adóro te, devóte, latens déitas,
quæ sub his figúris vere latitas.
Tibi se cor meum totum súbiicit,
quia te contémplans totum déficit.

Visus, tactus, gustus in te fállitur,
sed audítu solo tuto créditur;
credo quidquid dixit Dei Fílius:
nil hoc verbo veritátis vérius.

In Cruce latébat sola déitas,
at hic latet simul et humánitas;
ambo tamen credens atque cónfitens,
peto quod petívit latro pœnitens.

Plagas, sicut Thómas, non intúeor,
Deum tamen meum te confíteor;
fac me tibi semper magis crédere,
in te spem habére, te dilígere.

O memoriále mortis Dómini!
Panis vivus, vitam præstans hómini;
præsta meæ menti de te vívere,
et te illi semper dulce sápere.

Pie pellicáne, Iesu Dómine,
me immúndum munda tuo sánguine:
cuius una stilla salvum fácere
totum mundum quit ab omni scælere.

Iesu, quem velátum nunc aspício,
oro, fiat illud quod tam sítio;
ut te reveláta cernens fácie,
visu sim beátus tuæ gloriæ.
Amen.


Himno Adoro Te Devote, S. Tomás de Aquino

viernes, 4 de mayo de 2007

Paraísos

No soy una urbanita, qué le vamos a hacer. Y, como la cabra tira al monte, yo en cuanto puedo me escapo al campo. Si puedo me voy de cuerpo presente y si no, me subo al tren de la memoria y veo pasar paisajes del pasado.Hace unos días José Julio Cabanillas hablaba de los paraísos de la infancia.El mío tiene una chimenea encendida, un volcán nevado y un cielo limpio bajo la luz de la luna. Un septiembre lleno de fiestas ancestrales junto a danzantes, procesiones y plegarias a la Virgen del Rosario. Caballos al galope por lomas infinitas cubiertas de cebada; toros negros, de mirada penetrante, pinos y pajares de páramo andino. Cantes flamencos, tertulia taurina, capotes y sombreros de ala ancha para brindis y paseíllo. Leche tibia, recién ordeñada, mariposas y cometas huidizas, en pleno vendaval de agosto con el sol de la sierra.
Hay castillos de arena, juegos de cocinita con despensa ilimitada: arena de colores, hierbas de mil aromas, flores de tamaños y figuras exóticas, miel de abeja recién cosechada. Juego del escondite entre matorrales, raíces de antiguos eucaliptos, y ese olor a mentol, que curaba resfriados y chichones. Aperitivo por sevillanas, siesta por fandangos y nanas. Madrugada junto al fuego con historias de la abuela, cuadros imponentes: La Tempestad Calmada, La Última Cena, El Huerto de los Olivos, la capilla nueva con sus viejos relicarios, las cruces procesionales, los cirios de colores, los velones, los escapularios.
Las travesuras de niña: buscar, revolver, descubrir; el sitio de las llaves de la despensa de las golosinas, el tabaco del abuelo, las cerillas en la cocina. Los paseos en bicicleta después del aguacero, la huída de las ocas, las carreras de barcos de papel por las acequias, la rayuela, los paseos a la quebrada con expedición por el río. Los juegos en la plaza de tientas, el acoso y derribo de Lucifer (un borrego de mi abuelo que embestía como un Pablo Romero.)
Este fin de semana me voy al campo, y habrá chimenea y palomitas, capotes, fandangos y muchos libros. No es aquel de mi infancia, pero no puedo negar que es también un paraíso.

viernes, 13 de abril de 2007

El lugar

No me resisto a dejar esta cita de Rafael Alvira que aparece en un artículo para Selección Literaria (abril) y que se titula "La búsqueda de la verdad del hombre"*. Una pequeña joya, para mi gusto, (y el vuestro...espero):

"Sólo el que aprende puede dar algo a los demás. Y como sólo podemos entregar lo aprendido y sólo aprenderemos lo que amamos, hay que intentar estar en el lugar que nos gusta y, si no es posible, debemos procurar por todos los medios que nos guste el lugar en el que estamos. Ésta es la tarea más difícil, pero es imprescindible para la vida. Y ello porque no cabe resignarse, darse por vencido o acomodarse en la impotencia. El que se resigna no aprende, la resignación es una queja lenta. Estar en algo que nos disgusta es estar perdiendo el tiempo, no añadimos nada, no hay aprendizaje, no estamos siendo buenos. Hay que intentar amar tu sitio aunque requiera de un gran esfuerzo, porque si no, no es posible encontrar la propia verdad."

*Cuando lo publiquen en la web añadiré el enlace al artículo completo, que merece la pena.

¡Feliz Navidad!