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lunes, 23 de febrero de 2009

To say or not to say...

Lo bueno de hacer una tesis es que el horario de trabajo se lo guisa uno y -con suerte- se lo come tras haber esquivado el peligro de empacho o inanición. Tengo el tiempo como una baraja entre mis manos y a menudo acabo con él haciendo trampas, incluso cuando juego al solitario.
Hace unos días leí en la entrada 1000 de un buen amigo, que con el blog ha podido ser escritor a diario y no sólo de pascuas a ramos. Unos días más tarde leía un artículo sobre Flannery O'Connor en el que la autora contaba el momento en que Flannery decidió escribir un número determinado de horas cada día, a hora fija y cuánto le ayudó esa disciplina. Recordé también el consejo de Paco Sánchez en mis primeros años universitarios: para aprender a escribir hay que leer mucho, y escribir al menos 500 palabras diarias (¿o eran 2000?). En fin, que buenos ejemplos y consejos no me faltan... me falta ese no sé qué que me empujaba a querer decir algo. Quizá un día de estos aparecerá una entrada como de final de cuento: y a partir de aquel día, se quedó muda.

martes, 27 de enero de 2009

Lecturas II


Resolví el qué y el cuánto leer -al menos en la teoría- hace una semana, gracias a los consejos de mis admirados comentadores. Después vino la pregunta por el cómo y recordé un ensayo de Steiner que fue de las primeros escritos que cayeron en mis manos al llegar a la universidad y todavía sigo releyendo. Es muy conocido, pero por si alguien quiere tenerlo a mano y volverlo a leer...aquí lo tiene. Una lectura bien hecha. Título sencillo, para una tarea que dura toda una vida.Y que probalemente necesite otra vida, para hacer una buna lectura de la que se ha vivido. Qué le vamos a hacer, vivimos en la hermenéutica.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Atascos

Llevaba casi dos meses de atasco en la tesis. Y de repente la semana pasada se abrió la veda y Ricoeur vuelve a acaparar mi tiempo y mis pensamientos. El lunes, al volver de Huesca, pillé un atasco de unos 30 km. No me lo he pasado mejor en un atasco en los días de mi vida. Resignada a una velocidad media de 2.5 km/hora, estuvimos a punto de volcar de la risa. Ya se ve que hay muchas maneras de enfrentarse con Murphy. Al que iba dos o tres coches por detrás del mío se le fundió el claxon como al km 20. (Gracias a Dios, por otra parte...) Hoy en cambio se me ha atascado el ordenador y no hay manera de que tenga la delicadeza de facilitarme un certificado digital que me ha supuesto correr por Pamplona toda la mañana, esquivando la nevada y el catarro. Como es obvio, sólo he conseguido esquivar la nevada. Es decir, que se divisa ya otro atasco: nasal. Y el último, que me está poniendo a prueba el temple y la paciencia, el atasco de la línea de teléfono para cita previa de la oficina de extranjería: o comunica o no me contesta. Y eso por no hablar del atasco con los papeles que debo conseguir para presentar en la oficina nueva, no a la que fui y encontré cerrada a cal y canto. Si algún día consigo que me cojan el teléfono y me den una cita antes del 2010,daré por finalizada la ginkana de final de curso. Y con tanto atasco variado he vuelto ¡ay! a desembocar en el primero. Llevo casi una semana de atasco con la tesis...

lunes, 24 de noviembre de 2008

Moonday

¡Con lo que me gusta a mí estrenar! -digo yo- va y me traiciona la costumbre en pleno lunes. Que tampoco cuesta tanto mantener esa actitud de niña pequeña, la que tiembla de emoción con las sorpresas. La semana anterior -os lo aseguro- no se parecerá casi en nada a esta que comienza. Y sin embargo... ¡qué cuesta arriba se hace empezar a deshacer el lazo!, el ruido del envoltorio me da dolor de cabeza. Arranco el papel y me encuentro la primera lluvia de la semana, el primer frío del invierno, y el primer golpe bajo de la pereza. Y la primera sonrisa de la mañana, que da al traste en dos segundos con todas las rutinas de la niebla.

martes, 4 de noviembre de 2008

El libro

Tanto alboroto, tanta noticia y tanto lío, que casi se me olvida que estoy escribiendo mi tesis. Menos mal que viene José Hierro y me lo recuerda:

EL LIBRO

Irás naciendo poco
a poco, día a día.
Como todas las cosas
que hablan hondo, será
tu palabra sencilla.

A veces no sabrán
qué dices. No te pidan
luz. Mejor en la sombra
amor se comunica.

Así, incansablemente,
hila que te hila.

jueves, 23 de octubre de 2008

Ubi

Antes no tenía despacho. Ahora tengo uno a medias y es para mí el rincón más agradable de la universidad. Tiene un ventanal enorme que mira a la explanada de la biblioteca y trabajo con el tibio sol del otoño a mis espaldas. Para descansar la vista tengo las hojas doradas de los plátanos de sombra, jugando con los rayos de sol al contraluz, que me recuerdan a los árboles del memorioso de Borges. Las copas de las 4.30, de las 4.33, de las 5.11, de las 6.23 son distintas: por ellas mismas, por el celaje, por la luz, por las bicicletas, los estudiantes, los paraguas, el viento, las gotas sobre el cristal...

Y por delante más hojas, y en los flancos izquierdo y derecho, más aún. Dos estanterías desbordadas de libros y una mesa de reuniones que reúne seis pilas y media de libros. Y siguen llegando. Cuando comenzaba con la tesis las pilas de libros me amedrentaban. Aquí en cambio me arropan, me esperan, me animan. Me gustaría leerlos todos, saber componerlos, detectar el grosor del papel, la finura de la tinta, los pequeños brocados casi invisibles del tipo de letra que ha marcado la identidad de cada uno.

Se preguntarán si trabajo en algún momento, con tanto paisaje, tanto libro y tanto ensueño. Con tanto otoño de hojarasca en estampida. Pues, ¿qué voy decir? ¡Claro que trabajo! Y lo digo porque es verdad. Y porque, de vez en cuando, mi jefe también lee este blog.

lunes, 6 de octubre de 2008

Idénticas obsesiones

Todos arrastramos nuestras pequeñas o grandes obsesiones. Algunas son efímeras y otras han arraigado, con o sin permiso, en terrenos más profundos de nuestra personalidad. Yo tengo por ahora una obsesión por encontrar pistas que me ayuden a esclarecer el enigma de la identidad personal.

Ilusa de mí. Embarcada en una tesis que por ahora no me da ninguna respuesta y me atiborra la cabeza con más preguntas de las que podré contestar en cuatro vidas. Eso sí, la obsesión tiene una ventaja. Como un sabueso bien entrenado, detecto a la legua cualquier cosa que me ayude a componer el puzzle. Las citas que encuentro por ahí quizá no tengan sitio en la bibliografía de mi tesis, las pobres. Las he sacado de una novela (¡uff!, ficciones...), de las Confesiones de san Agustín (¡ay, madre! qué poco laico). Pero es de lo mejorcito que he encontrado. Y si no las puedo citar para la tesis por las convenciones dominantes, pues ¡peor para la tesis! Y aquí siempre encuentran un lugar para reposar.

"Evan se rió, y dirigiéndose a May Waltz, preguntó:
–¿Y quién es ésta?
May Waltz hizo un ademán afectuoso al pensar quién era Fanny y dijo calurosamente, no por su hija, sino por Evan y Swan:
–Dios sabrá quién es, pero se llama Fanny."

William Saroyan, Cosa de Risa, Acantilado, Barcelona, 2008, p. 73.

"Me avergüenza, Señor, tener que añadir a esta vida mía que vivo en el tiempo presente aquella otra edad en la que no recuerdo haber vivido, de la que he de creer a los demás y que conjeturo por otros niños haberla pasado, aunque esta conjetura sea muy de fiar. Pues en lo que atañe a las tinieblas de mi propio olvido, es similar a aquella en que viví en el seno de mi madre(...) Pero mira, dejo de lado aquel tiempo ¿Para qué ocuparme de él, cuando ningún vestigio suyo conservo?" (p. 137)

"No quería ser engañado, tenía buena memoria, me instruía con la conversación, la amistad me era dulce, rehuía el dolor, la vileza y la ignorancia. ¿Qué hay en un viviente así que no sea admirable y loable? Pero todas estas cosas son dones de mi Dios. No me las di yo a mí mismo, y son todas buenas y todas ellas soy yo (et haec omnia ego)." (p. 154)

San Agustín, Las Confesiones, Tecnos, Madrid, 2006.

jueves, 15 de mayo de 2008

Combates

Preparaba el plan de trabajo del día y empecé a echar una ojeada a Autorretrato en espejo convexo, de John Ashbery. Pensaba dejarlo para esta tarde después de haber puesto mis manos a marchar como a un ejército en pie de guerra sobre las teclas del ordenador, pero, ¡ay! Caí en la página 87 del poemario y el primer verso aniquiló --softly by a glance-- a toda la caballería.
Grand Galop

All things seem mention of themselves
And the names which stem from them branch out to other
referents.
Hugely spring exists again. The weigela does its dusty thing
In fire-hammered air. And garbage cans are heaved against
The railing as the tulips yawn and crack open and fall apart.
And today is monday. Today's lunch is: Spanish omelet, lettuce
and tomato salad.
Jello, milk and cookies. Tomorrow's sloppy joe on bun,
Scalloped corn, stewed tomatoes, rice pudding and milk.
The names we stole don't remove us:
We have moved on a little ahead of them
And now it is time to wait again.
Only waiting, the waiting: what fills up the time between?
It is another kind of wait, witing for the wait to be ended.
Nothing takes up its fair shre of time,
The wait is built into the things just coming into their own.
Nothing is partially incomplete, but the wait
Invests everything like a climate.
What time of day is it?
Does anything matter?
Yes, for you mut wait and see what is really like,
This event rounding the corner
Which will be unlike anything else and really
Cause no surprise. it's too ample.

* * *

Todas las cosas parecen menciones de sí mismas
y los nombres que brotan de ellas se ramifican en otros referentes.
Inmensamente, la primavera vuelve a existir. La madreselva espolvorea
en el aire batido por el fuego. Y los cubos de basura se amontonan
junto a la reja mientras los tulipanes bostezan, se abren, se desgarran.
Y hoy es lunes. Para comer tenemos: tortilla española, ensalada de tomate y lechuga,
gelatina, leche y galletas. Mañana: perrito caliente,
maíz gratinado, tomates guisados, leche y arroz con leche.
Los nombres que robamos no nos suprimen:
nos hemos adelantado un poco a ellos
y ha llegado otra vez el momento de esperar.
La espera, simplemente la espera: ¿qué llena el tiempo entretanto?
Otra clase de espera, esperar a que concluya la espera.
Nada ocupa su justa porción de tiempo,
la espera está incorporada en las cosas que empiezan a ser lo que son.
Nada es parcialmente incompleto, pero la espera
lo envuelve todo como un clima.
¿Qué hora es?
¿Hay algo que importe?
Sí, pues debes esperar a ver cómo es realmente,
este suceso que está doblando la esquina
que será distinto a todo y no causará
sorpresa alguna: es demasiado amplio.

John Ashbery, Autorretrato en espejo convexo, Ed. DVD, 2006.
(La traducción es de Julián Jiménez Heffernan, salvo las palabras que aparecen en cursiva. Me he tomado la libertad variar --un poco-- la versión del traductor.)

viernes, 9 de mayo de 2008

Si ustedes supieran...

Si ustedes supieran --por que yo se lo contara-- que el libro que estoy trabajando en estos días de lluvia lleva el título de Finitud y Culpabilidad, que la primera parte de libro habla de El hombre falible y que el capítulo que acabo de leer lleva la bonita etiqueta de Lo patético de la miseria; sin duda se les quedaría a ustedes, amables lectores, un gesto contorsionado, no ya por la compasión que les despierte una por las cosas que tiene que leer, sino por lo sobrecogedores que resultan los títulos en ristra. Lo curioso es que, a pesar de que suene muy tremendo y de que Ricoeur es un autor de origen protestante, hay en su visión del hombre un sentido de trascendencia de tira para arriba que los temas que trata.

Hay algo de mostruoso en la desproporción (de ello nos habló larga y profundamente Jean Clair a propósito de los gigantes). Cuando se agiganta un sólo término de la mezcla de cuerpo y espíritu que somos los humanos, salen monstruos materialistas o fantasmas idealistas que estropean la armonía. Como ya decían los griegos, mal que le pese a Nietzsche y a toda la corte de Dionisio, la medida es la piedra de toque de toda felicidad. Con estos dos ingredientes: finitud e infinitud, puede elaborarse un veneno mortal o un licor exquisito. De las cantidades de uno y otro que pongamos en el cóctel, dependerá que descubramos --o no-- la receta de una vida feliz.

martes, 15 de abril de 2008

Labor

Es curioso cómo las ideas bañan la vida de decenas de generaciones, como bañan los océanos invariablemente las mismas playas. Mientras estudiaba a Ricoeur y su modo de comprender la libertad, venía a mi memoria el modo como la interpretaba Kant y su veneración del deber como único motivo de las decisiones verdaderamente libres. Ricoeur habla de una libertad que integra las motivaciones afectivas en su actuación: "una libertad humana es una libertad que avanza por medio de proyectos motivados."

Hay mucha costa kantiana en los tiempos que corren. El desmesurado afán por la seguridad y las certezas encuentran en las distintas legalidades su mejor aliado, su tabla de salvación, la piedra de toque de toda corrección. A veces pienso en este modo de enfrentarse al mundo y no puedo menos que exhalar un hondo suspiro, porque de sólo pensarlo me falta el aire.

Si tuviese que trabajar sólo por deber, por cumplir con la letra (grande y pequeña) de un contrato, porque lo exige la sociedad, seguramente estaría disfrutando de una baja en alguna planta de psiquiatría. No puedo concebir la exigencia, o la inclinación a la excelencia como una relación de poder, ni siquiera como una estricta relación de justicia. Sólo soy capaz de acercarme a los trabajos de la vida si los miro bajo el prisma del reconocimiento y la gratitud.

Descubrir el don del mundo, contribuir a que luzca mejor todo su brillo, ése es el sentido del trabajo. Disfrutar descubriendo cada vez algún nuevo aspecto del mundo como regalo. La gratitud, además, es siempre doble: reconocimiento de lo que recibimos y de quien lo recibimos. En eso consiste trabajar. En jugar, como los niños, con los regalos y tareas que reciben de sus padres. Con la ilusión de un interminable día de Reyes.

martes, 1 de abril de 2008

Perlas de otros mares para la tesis...

Con la tesis intento entrar en el concepto de identidad narrativa tal como lo trata Paul Ricoeur en algunas de sus obras más significativas. Pero de vez en cuando encuentro intuciones de otros autores que me animan a seguir la pista de una idea que, como toda idea verdadera, no es patrimonio de ningún pensador.
Dice H.D. Thoreau:
"Mi vida ha sido el poema que hubiera querido escribir, pero no he podido vivir y pronunciarlo a la vez."
Chapeau!

Henry David Thoreau, Escribir. (Una antología), Pre-textos, 2007.

miércoles, 16 de enero de 2008

Escenas sobre el tiempo

I
Parece que tu sombra lleva siglos

rodeando con su luz todas mis sendas,
no logro recordar ningún camino
ajeno al ritmo igual de tus pisadas.
Quizá sea mi memoria
-------------------------algo confusa-
o acaso tu cariño que ha vencido
el paso decidido de la historia.

Yo apenas he notado la pelea,
del tiempo que se rinde a tu presencia.


II

Incluso los silencios de tu ausencia
me viven desde lejos,
--------------------hacia adentro.

III
Como naúfragos

---------------en un reloj de arena,
remamos para andar corriente arriba
en busca de la orilla de las nubes.

IV
---------Un fuerte viento arrastra los relojes.

La luna nos ofrece un puerto blanco
de fondo para anclar sus manecillas.


lunes, 12 de noviembre de 2007

Hipo-tesis

Esta es la mejor descripción de mi situación: por debajo de la tesis. Sumergida, de nuevo, en un sinnúmero de libros gordos, flacos, antiguos, nuevos, reeditados, traducidos (Deo gratias!) para empezar a redactar la tesis doctoral. Y no sólo de nuevo, sino además, de nuevas. Simmel ha pasado a reposar en las estanterías de la biblioteca, lejos de la luz blanca y crepitante de mi mesa. Nueva etapa, nuevo autor, nuevo tema. Viejos hábitos, vicios más viejos todavía, antigua curiosidad insaciable, renovado anhelo de aprender. Así empieza el lunes, la semana, la etapa final del doctorado. El contador a cero: 300 palabras diarias -director dixit- durante 720 días. Y al final, así lo espero, un librico majetón, que añadiremos a la bibliografía secundaria sobre la filosofía de Paul Ricoeur. Pero lo de menos será lo que quede impreso en las páginas de un libro, lo de más, lo que aprenda haciéndolo cada día. Que como dice J.R.J. en uno de sus aforismos:
"No hay grande ni pequeño, menor ni mayor. Lo pequeño es lo grande proporcionado. Así, lo grande depende de lo pequeño."

Empieza a contar...

miércoles, 12 de septiembre de 2007

The end (II)

A veces se piensa que lo mejor de terminar una etapa es que puede uno pasar página, darla por terminada. Sucede que al pasar a la página siguiente, uno depende de lo que ha leído en la anterior, y no se entiende nada si la lectura no ha sido atenta, si no se le deja reposar para exprimirle todo lo valioso que puede enseñarnos.
Ya me lo decía un sabio profesor cuando empezaba mi periodo de investigación: lo más importante que aprenderás en este tiempo no es lo que descubras sobre tu autor o tu tema, sino lo que aprenderás sobre tí misma mientras lo haces. Y tenía toda la razón.
Es una lástima que no pegue colocar un corolario en las conclusiones con aquello que uno ha aprendido de fondo (erían
probablemente las páginas más leídas de todas las tesis y tesinas, sin duda alguna.) Todavía me queda mucho que reflexionar antes de escribir mis corolarios. Por ahora me sirve lo que dice Guitton:
"A un alumno que le preguntaba cuál era el mejor manual, un viejo maestro le respondía: 'Amigo mío, es el que tiene usted.' Y se podría añadir que el mejor momento es éste; el mejor ambiente, el que está aquí; el mejor pensamiento, el que te visita. (...) Acepta tus límites por todas partes. El límite da la forma, que es una condición de la plenitud.
(...) Lo principal es hacer lo que aconsejaba el viejo Eclesiastés: darse alegría en el trabajo, hacer gozar el alma en medio del trabajo".
Jean Guitton, El Trabajo Intelectual, Rialp. pp. 152-155.

martes, 4 de septiembre de 2007

Letras y oficios

Los oficios que tienen que ver con las letras me resultan todos atractivos. Qué bonito oficio el de editor, y el de maquetador, y el de corrector y el de encuadernador. Aunque todos ellos tienen su lado oscuro; (no es leyenda) existe el duende de las letras. Siempre alguna de esas criaturillas mete la nariz para poner una letra de más o quitar una de su sitio: roban tildes, siembran comas y esparcen puntos a pie de página mientras el escritor descansa incauto por las noches.
Detrás de cada página impresa hay un cuidado y un primor de bordado antiguo, también en la era de los
pecés. El libro, en su más sencilla materialidad, es un objeto precioso. Y cuánta razón llevaba JRJ cuando se regocijaba en el aforismo : ¡Qué bello es un índice!

martes, 28 de agosto de 2007

Vida de labores


Una puntada, y otra,
y otra nueva por allá;
por aquí para el botón
por allí para el ojal.
¡Siempre falta una puntada
para el remate final!


viernes, 24 de agosto de 2007

The end

He buscado en Google el llamado Síndrome de Finalización, pero no lo encuentro. Me dicen que sí, que existe, que es de los síndromes de libro; pero yo sólo encuentro información sobre el Síndrome de Estocolmo. Al fin y al cabo, también me sirve. A menos de 1000 palabras de la salida del túnel, veo que con esto colmo el vaso de mi paciencia y, aún así, sigo buscándole peros y más peros al trabajo hecho y no me decido a abandonar la guarida de mi secuestrador. Menos mal que está mi sabio director que, a golpe de se ha acabado el plazo y hay que terminar, corta los hilos de la indecisión.

viernes, 10 de agosto de 2007

De vuelta

Después de un mes en el Levante feliz vuelvo a Pamplona con su horario laboral (un "levante" menos feliz), al aire acondicionado natural del viento norte, y a los huertos de la tesis que son un poco distintos de los huertos de naranjos que se veían desde mi habitación. No es que quiera volver al pedal de siempre, pero las ausencias me persiguen con matices diferentes.

Si se trata de recordar el otoño alemán con sus tonos dorados salta esa palabra: Heimweh, dolor de la tierra; con Sevilla y su Semana Santa los tonos se visten de morado nazareno y aflora esa palabra sin pensarla siquiera, con toda su gracia y su salero: sevillanía. Pero la ausencia del Levante, de Valencia, sus paisajes y sus gentes no se puede describir como nostalgia o melancolía, ni tampoco le va bien morriña, ni saudade. Si los recuerdos son luminosos, no admiten una palabra que suene a lluvia. De Valencia me queda añoranza, parece una tontería pero esa palabra me suena mejor, me suena a que volveré algún otro año, me suena a esperanza.

Pd: Y ya que estamos con el tema, os agradezco que hayaís venido aquí a pesar de mi prolongada ausencia y que me tiréis de las orejas para que deje de hacer el vago y escriba. Pues nada, aquí estamos otra vez, para seguir con la tertulia de verano.

miércoles, 27 de junio de 2007

Cuenta atrás

Hoy se celebra en la Iglesia a la Virgen del Perpetuo Socorro. Esta advocación resulta muy consoladora para quien vive en crisis, también perpetua. Empieza la cuenta atrás para San Fermín y yo cuento las horas, no para el chupinazo, sino para la entrega del borrador final del trabajo de investigación, que mira por dónde, coincide. Este año mi encierro comenzó antes, y desde ya estoy corriendo por mi Estafeta virtual para que no me pille el toro. Si logro cumplir los propósitos de trabajo para estos días, junto con los cohetes del chupinazo se oirá un petardillo discreto desde el campus universitario. Será que habré cumplido los plazos.

miércoles, 20 de junio de 2007

No con la misma piedra

Hace unos meses cometí el error de anunciar que iba a restringir mis entradas a los viernes. Lo único que conseguí fue mandar mis buenos propósitos al limbo del desiderátum y doblar el mono de blogg. Así que no voy a atacarme por el mismo flanco. Sólo digo que, puede ser, que es posible, que quizá, vaya a escribir menos, mucho menos, casi nada...,hasta que termine el trabajo de investigación. Aprovecho además que últimamente me da mucho corte colgar los garabatos que pinta la aprendiz de poeta. Será el cansancio, digo yo, o el miedo a cansar. El hecho es que se juntan razones justas y variadas para ir haciéndose al ritmo lento del verano. (Como Carlos que ya está allí de lleno.) Dejo un poema de media distancia, que además, después de volverlo a leer, me parece que está a medio camino de estar terminado. Voy a dejarlo al relente y si sobrevive será que está destinado a vivir y si no, lo llevaremos a enterrar. Sin pompas.

Poema de media distancia

Tu ausencia siempre está a medio camino
del viaje y la presencia sosegada,
Kilómetros de tiempo como luces
y sombras que me habitan la memoria.
Tu ausencia siempre fue como una madre
-cercana, tan discreta y necesaria-,
atentas se reclinan tus pupilas,
descifran como un mago mis palabras.
Por eso vuelvo siempre a hablar contigo,
del mundo en el que giran mis relojes.
Al fin las horas siempre se nos juntan,
y a cambio es otro el viento que nos roza.

Familias imperfectas

  A menudo, cuando se habla de la familia, se presenta un modelo ideal. Y está muy bien manejar arquetipos, historias y ejemplos dignos de i...