Un capricho: pisar las hojas caídas de los árboles, crujientes como hojuelas de maíz sobre la hierba.
Una tristeza: la luz es más escasa, más fría.
Una alegría: los colores del atardecer.
Un asombro (o tres): Aquí, de Wislawa Szymborska y dos poemas de Natalia de Barbaro (gracias a Abel Murcia).
Una ilusión: no lo digo...